Conversaciones y dibujo – Premio Formentor

Me decía el escritor Alexis Ravelo el sábado pasado: “mañana tendremos resaca”. Resaca literaria. Y resaca climática. Algo de esa resaca tuve este lunes, cuando después de tanto tiempo sin pasar por aquí, me puse a escribir estas palabras.

El Premio Formentor

Me enteré apenas unos días antes de la entrega del Premio Formentor en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, y de sus conversaciones literarias, por un correo de la Librería Canaima, donde tienen (iba a escribir “venden”, pero quizás eso sea excesivamente optimista) algunos ejemplares de mi libro “Sin presiones”.

Quizás fuese por mi primer libro, por sentirme de algún modo escritor, porque fuese la propia librería la que me informase, lo cierto es que busqué en su web y comprobé que las inscripciones… estaban cerradas.

Aún así me atreví a escribir a la Fundación, mostrando mi interés, mi arte dibujando, y que me gustaría acudir a ver esas conversaciones. No sé si fue la tormenta tropical que se avecinaba, o la amabilidad de quien me leyó, pero recibí un correo indicándome que las inscripciones se habían abierto de nuevo, procedí pues a inscribirme, y fui admitido.

El viernes no fui a la entrega del Premio Formentor a Liudmila Ulítskaya. Pensé que me sentiría fuera de lugar e incluso me planteé entonces si no era pretencioso o incluso peligroso (ya se anunciaban fuertes lluvias y hasta se suspendían actividades de todo tipo en Canarias) por mi parte asistir a las Conversaciones Literarias del premio. ¿Qué haría yo en medio de tanto literato?

Pero la lluvia también me lo puso fácil también, en cierto modo. Cuando desperté el sábado la lluvia era continua pero no había viento ni era excesivamente fuerte. No había muchas alternativas para un día gris y lluvioso, debo confesar, así que el clima se alió contra mi timidez e inseguridad.

Cogí mi paraguas, chubasquero, mi “totebag” de la Feria del Libro de Madrid, un par de cuadernos, rotuladores y acuarelas, y hasta las gafas de sol, que uno no descarta nunca el optimismo en esta isla, y caminé bajo la lluvia los 20 minutos que separan mi casa del Hotel Santa Catalina, donde se realizaba el evento. Allí comenzó mi primera velada literaria.

Sábado, 24 de septiembre. Mañana:

Llegué al gran salón Palmera del hotel, decorado con las pinturas de Pepe Dámaso, donde se celebraban las conversaciones, aún con las dudas de si se suspendería el acto. Intenté identificarme, pero no hizo falta, me preguntaron si era periodista, quizás por mi aspecto, vaquero, camiseta, pelo largo y una bolsa llena… de trastos. Lo negué casi como San Pedro negó a Jesús, y me senté, como buen zurdo, a la izquierda de la sala, casi donde la mesa de los técnicos de sonido y vídeo.

La primera conversación, o “mesa”, como luego la llamaron, fue “Sobre Liudmila Ulítskaya”. Hablaron de ella profesores, escritores, traductores, su editor y el presidente del jurado del premio.

Conocí detalles sobre ella, sobre su vida, sus libros, me atreví incluso a tomar notas escritas, sus referencias a Pasternak, a esos “hilos invisibles interconectados”, que me hicieron pensar en su formación como genetista, y cómo influyen en nosotros las diversas capas de vida. 

La referencia de Basilio Baltasar, presidente del premio, a quien luego conocí, al puritanismo que nos invade, y más sabiendo estos días el resultado de las elecciones en Italia, las movilizaciones de mujeres en Irán, o la represión en Rusia, me resulta en estos tiempos muy pertinente. No sé por qué la crisis, el puritanismo, las guerras, me hace pensar que podemos estar condenados a repetir, si no ponemos remedio, lo peor del siglo XX.

Ante tanta reflexión me puse a dibujar. Abrí mi cuaderno de Rustika, que precisamente se titula “La emoción de escribir”:

Cuaderno Rustika «La emoción de escribir»

No es mi mejor cuaderno para pintar con acuarela, pero las citas que lo acompañan a veces me golpean, y en este caso parece que adivinaran qué estaba dibujando, ese gran salón donde se desarrollarían las conversaciones . Iré transcribiendo las citas, como esta primera de  George Bernard Shaw:

“ Las ideas son como las pulgas, saltan de unos a otros, pero no pican a todos”.

«Sobre Liudmila Ulítskaya», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Aún me dio tiempo a un segundo dibujo, a vuela pluma, en la intervención de Marta Rebón, traductora y escritora (¿no son la misma cosa?) que nos recordó al recientemente fallecido Javier Marías y sus traducciones. Muchos escritores/as, y grandes, tradujeron, y mucho. Y la libreta llevaba otra cita, esta de Jean Paul Sartre nada menos:

“Lo importante no es lo que hicieron de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con eso que hicieron de nosotros.”

«Sobre Liudmila Ulítskaya», Conversaciones Literarias – P. Formentor

Y pensé entonces en mis propias y osadas traducciones de vídeos de TED, (Ken Robinson, Scott McCloud, David Macaulay, …) más llevado por la admiración que por la habilidad, y afortunadamente ayudado de personas más dotadas que yo para el idioma inglés, revisadas a su vez por el equipo de TED. Admiración y amor por una obra o un autor. A veces son motores de obras, y de vidas.

En el descanso alcancé a ver caras conocidas, escritores de aquí, como Elsa López o Alexis Ravelo, y otras que no alcanzaba a recordar de qué las conocía. Revisé la exposición de portadas de otros premios, encabezadas por fotos icónicas, como de la de esta edición, que dibujé rápidamente, junto a una cita de Kant:

«La paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte.»

Sátiros, pícaros y mangantes», portada de las Conversaciones Literarias – Premio Formentor

La segunda mesa se titulaba “Pícaros”, y ya entraba directamente en el desarrollo de las conversaciones, que básicamente se parecía a un club de lectura, cada uno, y allí había nombres conocidos para mí, como Lucía Lijtmaer, Elsa López o Fernando Delgado, hablaba de un libro desde su perspectiva y así íbamos saltando de Patricia Highsmith a Harry, pasando por Emmanuel Carrère. Me atreví entonces a dibujar ya en mi pequeño cuaderno de acuarela una panorámica de toda la sala:

«Pícaros». Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Y con ello terminó para mí aquella mañana, así que regresé a casa, lloviendo suave y con mi paraguas, con cuatro dibujos, y muchas ideas y libros en mi cabeza.

Sábado, 24 de septiembre. Tarde:

Volví a bajar al Hotel Santa Catalina para la jornada de tarde. 

La vida te muestra esos hilos invisibles. Al bajar por la misma calle que por la mañana vi la enorme rama de un árbol desprendida sobre un coche, en la acera. Le hice una foto. Por esa misma acera había pasado yo esa mañana, con mi paraguas. “La vida también es suerte”, escribí en mi Instagram y Twitter, junto a aquella foto.

Así que, quizás reconfortado por mi buena suerte, lo primero que hice al llegar al salón Palmera fue vencer mi timidez, acercarme a Alexis Ravelo y regalarle mi libro “Sin presiones”, dedicado. 

«Sin presiones», Canarias dibujada. Portada de mi libro

A Alexis Ravelo lo conocí, como muchos, en las veladas nocturnas del pub Cuasquías en unos tiempos ya muy lejanos. Mientras algunoss ahogábamos penas y reflotábamos alegrías, Alexis nos servía copas y nos decía, casi como un secreto, que aquello era temporal, que él lo que iba a ser era escritor.

Tuvo que ser muy duro para Alexis en esta ciudad de provincias, y alguna vez hasta pensé si no cogería el petate, y como Pérez Galdós, cruzaría el mar para hacerse una carrera literaria. No sé si llegó a hacerlo, porque le perdí la pista, pero cierto es que lo consiguió, comencé a saber de él a través de sus libros, premios y éxitos, y ahí está, donde él quería, o sabía, que estaría: ESCRITOR, con mayúsculas, con todas sus letras.

Otros, como yo, menos seguros, más temerosos, quizás de menor talento o constancia, guardamos nuestros dibujos, cómics, cuartillas escritas, para cuando… “pudiera ser”.

Por eso, aparte de a mi padre, que siempre quiso escribir un libro y no pudo, y a mi familia, si a alguien le quería ofrecer mi primer libro, era a Alexis, ejemplo y modelo para mí. Él, muy amablemente, me lo aceptó y por la noche, en su Instagram me agradeció el detalle.

Ya sentado, tras ese momento algo nervioso para mí, comenzó la tercera mesa de las Conversaciones se llamaba “Sátiros”. Debo decir que a esas horas de la tarde, o bien se moderaron los conversadores, o bien la crítica literaria rebaja mucho el punto de picante de las charlas. También que para mí la palabra sátiro no sé si se refiere al instinto procaz o a lo satírico. Entre los conversadores, Gonzalo García Pelayo, cuyo relato y trayectoria cultural me asombraron. Lo de proyectar sus películas X en el Reina Sofía porque no hay donde proyectarlas aún me tiene pensando… ante ello no tomé notas, sino que dibujé, en tinta verde a los conversadores:

«Sátiros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Luego, ya en la intervención de Raquel Taranilla, a la que el día siguiente llegué a conocer, en torno a Thomas Pynchon y su “obscena” “El arco iris de gravedad”, me atreví a dibujar su retrato rápido y el de de sus compañeros de mesa, acompañados de la frase de Mark Twain:

“Un hombre con  una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.”

«Sátiros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

La cuarta mesa se llamó “Mangantes”, y allí ya se notaron las ausencias, seguramente motivadas por la lluvia de esa tormenta “Hermine”, ( «Hermione«, me dio por pensar alguna vez, llevándome a la magia y a lo literario) que no paraba de caer. Me encontré allí con la sorpresa de una novela gráfica, “Túneles”, de Rutu Modan, comentada por Ana Merino, o la emocionada y musical descripción de Xavier Güell de la difícil vida de Shostakóvich en la rusia estalinista, que me llevó de nuevo a Liudmila Ulítskaya, a la guerra de Ucrania y a las protestas actuales en Rusia, a los totalitarismos y el arte, en definitiva.

Dibujé el momento de la intervención de Ana Merino:

«Mangantes», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Terminó allí mi lluviosa, en ambos sentidos, de agua y de ideas, jornada del sábado con otro dibujo más, que dejaré para el final de esta, quizás, ya larga crónica.

Domingo, 25 de septiembre. Mañana:

El domingo seguía lloviendo, es más, era el día para para el que se anunciaron peores previsiones, así que, con cierta prevención, y el sentimiento de estar haciendo algo casi prohibido, de acercarme a un cenáculo, o a un encuentro secreto, me encaminé esa mañana al Hotel Santa Catalina. Saber que Alexis Ravelo, al que agradecía las palabras del día anterior, estaría en la primera mesa de la mañana, también ayudó a decidirme. 

Bajé pues, con mi paraguas en mano, con más precaución ante árboles, muros, charcos y escorrentías, hasta llegar al hotel y al Salón Palmera de nuevo. Me coloqué esta vez al lado derecho de la sala, como los técnicos de sonido y vídeo, trasladados seguramente porque el agua de la lluvia azotaba las cristaleras de la izquierda y amenazaba con entrar, como al parecer pasó más adelante.

La quinta mesa se titulaba “Embusteros”. Estaban en ella, entre otros, Alexis Ravelo, y Lola Pons, a la que dibujé rápidamente, junto a una silla vacía, antes de comenzar la conversación, acompañada de una frase de Jean De La Fontaine, que quizás resuma mis pensamientos ese día:

“A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.”

«Embusteros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Una alegre Lola Pons en ese plomizo día de lluvia, a la que conocí en el descanso, como luego relataré, y un muy gallego Juan Tallón, a quien dibujé en su intervención:

«Embusteros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Antes del descanso, Elide Pitarello, profesora emérita de literatura española, que había intervenido en la primera mesa del sábado, subió al estrado para leer, muy emocionada, unas palabras del recientemente fallecido Javier Marías, de su libro «Miramientos», precisamente unas en las que escribía su autorretrato, describiéndose, entre la exactitud visual, la impiedad y la ironía, a través de fotos suyas que aparecían en su libro, y que nos fue mostrando durante su lectura.

Y llegó el momento del descanso, del café, que yo sustituí por un zumo y algún dulce ante la larga cola de ávidos cafeteros tras tanta conversación. Ya algo de agua había entrado en el salón y grandes paños se colocaron en el suelo a modo de alfombra para absorber el agua y evitar peligrosos resbalones o incómodos salpicaduras en los zapatos.

Fue el momento de visitar los libros puestos a la venta allí por Librería Canaima ( y agradezco así aquí su presencia esos días, hablar de libros sin poder verlos, hojearlos, comprarlos, olerlos, habría resultado muy extraño). Evidentemente era difícil decidir ante la cantidad y variedad, pero yo me decidí por tres, “La leyenda del santo bebedor”, de Joseph Roth, recomendada por una abstemia Elsa López, “Ofendiditos” de Lucía Lijtmaer, de quien he escuchado alguno de sus podcast, y “Los días de mercurio”, de mi amigo Alexis Ravelo. Junto a las revistas que esos días distribuyeron y mis dibujos, pasaron a formar parte de lo que yo llamé “mi botín” de estas conversaciones:

Mi «botín»

Pretendía yo arrancar a Alexis una firma a bocajarro como mandaría uno de sus libros, y estaba en esa siempre difícil tarea para un tímido de acercarme a un escritor en su momento de descanso y rodeado de gente, así que decidí usar mi cuaderno de dibujos como arma/excusa para acercarme a él, y en ese momento se nos acercó una alegre Lola Pons diciéndome “tú eres el dibujante…” (o algo así, déjenme que sea este un relato muy libre, quizás pícaro y mentiroso de lo sucedido). Lo que luego siguió fue un recorrido casi de la mano de Lola mostrando mis dibujos a quien los quiso o pudo ver, Raquel Taranilla, Juan Tallón,… 

Lola incluso me llevó, con bendita insistencia, ante el mismísimo Basilio Baltasar, presidente de la Fundación Formentor, evidentemente ocupado, pero que finalmente pudo ver y admirarse, doy fe, de mis dibujos, y hasta pedírmelos para la Fundación, lo que prometí hacer, aunque previamente me puse como tarea, para evadir el olvido, el escribir estas palabras, que ya acaban, lo aseguro, y mostrar lo que vi, escuché y me empapó, física y literariamente, durante y después de esas jornadas. La locura, timidez o aventura del momento fue captada en una foto que la propia Lola me envió después:

PVil muestra sus dibujos

Pude después acercarme de nuevo a Alexis para que me firmase su libro. Alcancé a desearle que disfrutarse mucho con el mío y repetirle lo que ya he repetido en mis tres presentaciones, que cada dibujo de mi libro es un momento feliz en Canarias, que no puedo dibujar ni triste ni irritado, y eso me hizo pensar en que estas Conversaciones eran también un momento feliz para mí. Al leer su dedicatoria me encontré con su frase, “que reproducen el mundo haciéndolo más bello”, y en ese estado, entre arrobado, feliz e inquieto, volví a entrar en el Salón para la última sesión.

La sexta y última mesa se llamó “Bribones”. En ella estaba, entre otros, Basilio Baltasar, al que acababa de conocer, y Liudmila Ulítskaya, la premiada y homenajeada en este Premio Formentor. Fue una mesa variada, con la reivindicación de Flaubert y el francés por José Enrique Ruiz-Domènec y hasta del ruso, dificilísimo de asimilar, en las palabras finales de Ulítskaya. Hice entonces mi último dibujo, de toda la mesa, mientras intervenía Laura Fernández hablando de “La conjura de los necios”:

«Bribones», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Ese fue mi último dibujo del día, pero no el último que comparto aquí. Como ya anuncié, el último dibujo del sábado, que comparto ahora, fue el de una silla vacía, que me sirvió para poner la palabra FIN en mis redes sociales, con esa sensación que se me queda cuando he asistido a una buena película, obra de teatro, exposición. Y con una frase de Oscar Wilde, que parece condensar mis pensamientos finales:

“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y, de pronto, toda nuestra vida se condensa en un solo instante.”

No fue el fin para mí de estas jornadas, como no lo fue, por otros motivos, me temo, para muchos de los asistentes de fuera de Gran Canaria, que vieron sus vuelos suspendidos o aplazados, y que confío en que ya estén en sus casas.

Quizás en sus recuerdos añadan a estas conversaciones un epílogo más largo, complejo y cansado de lo esperado. Confío en que no lo asocien a esta isla que ya perdió a Galdós hace siglo y medio, y que quizás más adelante, en alguno de esos más de 300 días soleados al año que tenemos por aquí, nos visiten y conversen de nuevo.

Yo desde luego agradezco mucho su presencia estos días.

A mí aún me quedan lecturas, escrituras como esta que termino aquí, u otras que vendrán, imágenes que compartir, dibujos que hacer, ideas en la cabeza, correos que enviar…

Conversaciones literarias. Hoy compré otro libro, este digital, “En defensa de la conversación: El poder de la conversación en la era digital” de Sherry Turkle. Ojalá defendamos la conversación como lo ha hecho la Fundación Formentor estos lluviosos y complicados días.

Resaca literaria. Y resaca climática. Así empecé este texto. Y aún me queda resaca este miércoles, cuando termino esta crónica, quizás larga, fragmentada, muy parcial, pero para mí muy necesaria.

Gracias por llegar hasta aquí. Les regalo un carrusel final de fotografías de estos días.

Pedro Villarrubia, @PVil

La presentación en Madrid – «Sin presiones», Canarias dibujada (3)

Miércoles, 16 de febrero de 2022

Finalmente, cargado con mis libros desde Granada, me presenté en la Librería La Buena Vida de Madrid el día anterior a la presentación. 

Me resulta muy curioso descubrir una placa en la esquina de la librería que recuerda que allí estuvo la Puerta de Valnadú, acceso a la muralla medieval de Madrid.

Placa que indica la Puerta de Valnadú en la esquina de la Librería La Buena Vida de Madrid.

Me sentí como un dibujante medieval que llegase a Madrid con mis dibujos y pergaminos y me diesen allí la bienvenida. Porque además allí, en el escaparate de La Buena Vida estaba el anuncio de la presentación de «Sin presiones».

Acuarela de la librería La Buena Vida y escaparate con el anuncio de la presentación

Anuncio que, todo hay que decirlo, en este «yo me lo guiso, yo me lo como» de mi libro, había yo diseñado y enviado siguiendo los modelos de otras ya publicadas:

Cartel de «Sin presiones» para la web y el escaparate de la Librería la Buena Vida

Luego, un paseo hasta la Plaza de Oriente, con dibujo incluido y una visita guiada a la sorprendente iglesia de San Francisco el Grande, más unos paseos por la tarde completaron mi jornada ese día.

Dibujo de la Plaza de Oriente y fotos de San Francisco el Grande

Jueves, 17 de febrero de 2022

Y llegó el día de la presentación. Una mañana paseando por Madrid, visitando la calle Chinchilla, donde nació mi padre, la Gran Vía, para volver a Ópera, donde comí, acompañado de los gorriones y la numerosa gente que había por allí.

Café, calle Chinchilla, Plaza de Isabel II (Ópera) y dibujos.

Después un descanso, y a eso de las seis y media estaba en la Librería La Buena Vida con mis carteles, mis libretas originales, y mis nervios, pese a lo acogedor del lugar, la compañía que esperaba y mis 30 años de docencia. Es así.

Me recibió Raquel (alguna foto es de ella) y puso los carteles que había traído yo para hacer la sala más acogedora.

Y llegaron los amigos, familia, y empezó la presentación.

A mi derecha mi hija Irene, a mi izquierda Ángeles Saura, amiga y profesora de la Universidad Autónoma. Creo que empecé yo hablando, y en algún punto Ángeles me ayudó en mis despistes (quitarme la mascarilla, algún olvido…). 

Luego habló Ángeles contando mi manera de ver la vida, los proyectos anteriores en los que colaboramos, un poco la historia de de cómo soy yo y de cómo nació este «Sin presiones»

Y luego habló mi hija Irene. Emocionante. ¿Qué más puedo decir? que su presencia allí fue muy importante para mí. Ella ha estado en todos los lugares que aparecen dibujados en «Sin presiones», me ha visto dibujar, me ha esperado a que termine, como el resto de la familia, ha tenido en sus manos los dibujos originales, se los ha enseñado a sus amigos y amigas… 

Continué mostrando los cuadernos originales que había traído, las técnicas que utilizo, como había sido el proceso de selección de los dibujos, y los proyectos de futuros libros que tengo en mente.

Debajo de aquella camisa blanca, quizás para darme fuerzas, llevaba la camiseta que yo mismo me había pintado con la portada de «Sin presiones». Con ella puesta acabé feliz firmando mis libros.

Agradezco a la Librería La Buena Vida por su atención y trato, y por permitirme algo que en algún momento se me antojó casi imposible, poder presentar en Madrid mi libro. Gracias por su apoyo a la recuperación de espacios y actividades culturales.

Gracias también a Ángeles Saura por sus palabras y su ánimo y trascender lo que podría haber sido una presentación en exceso personal. 

Gracias a mi hija Irene por acompañarme allí arriba, por sus cariñosas palabras, por su ánimo.

Gracias a José María Josa, artista, por sus generosas palabras en mi libro, que me dejó leer esa tarde y que me permito transcribir aquí:

Hay algunos que nos tomamos el dibujo como una alegría, como una forma de tratar de entender la realidad y hacerla más humana.

Los dibujos de Pedro Villarrubia, ya sean urbanos, rurales o playeros, muestran ese afán y esa cercanía. Además, Pedro tiene la suerte de tener un entorno como las tierras canarias y gracias a ello sus dibujos derrochan luz y vida

Gracias también a mi hermana Marisa, a los/as amigos/as, propios/as y ajenos/as, que allí estuvieron, a todos los/as asistentes por estar a esa hora de la tarde en pleno centro de Madrid escuchándonos.

Tuve además la fortuna de que mi hermana Marisa y algunos amigos sacaron fotos y vídeos con los que he hecho un montaje a modo de resumen que he publicado en Youtube. 

Así termino esta crónica de mi primera e inolvidable presentación de «Sin presiones» en Madrid:

«Ópera PRIMA» – MI LIBRO: «SIN PRESIONES, CANARIAS DIBUJADA» (2)

En una semana, el próximo jueves 17 de Febrero, a las 19:00 horas, si el tiempo, la salud u otras circunstancias no lo impiden, como dice mi cartel arriba, presentaré mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» en Madrid, en la Librería La Buena Vida, calle Vergara, 5.

Escogí esa librería porque ese rincón de Madrid tan cercano al Teatro Real me trae muy buenos recuerdos, desde los más recientes de mis dibujos de la plaza Ramales, con rodaje con moto incluido, o de la calle Santiago,

Plaza Ramales, Madrid
Calle Santiago, Madrid

Hasta los algo más lejanos cielos de Madrid de hace 10 años desde una sala de ensayos del Teatro Real

Y recuerdos de los aún más lejanos, de mis paseos por Madrid vestido de caqui allá por 1980, mucho más grises que esos cielos, pero igualmente válidos para mí.

La librería se llama «la Buena Vida», y es sabido que no es casualidad, por ser esta la primera película de David Trueba, y preparando la que va a ser la primera presentación de mi primer libro, pensé en verla, porque se puede ver en RTVE Play estos días, y no la vi en su momento, allá por 1996.

Sin embargo, quizás por mi edad, por mi historia personal, esa zona de Madrid me recordó otra primera película muy anterior, «Ópera prima», de su hermano Fernando Trueba, de 1980, ambientada en aquella zona y en aquellos años y que, esta sí, recuerdo haber visto en su momento.

No ha sido fácil encontrar «Ópera prima». No está en plataformas, ni se encuentra en bibliotecas o lugares de préstamo. Hace unos días, tras muchas búsquedas, pude verla online. No me pregunten dónde. Verla me trajo a la memoria el juego de palabras de su título, su cartel sus paralelismos con la película de Woody Allen «Manhattan».

El paralelismo, que entonces me pareció casual, que alguien en la España de aquellos años tuviera vivencias similares a las de los personajes de Allen, no lo fue tanto. Basta ver las fechas de ambas películas, la crítica de trueba a la película de Allen, los personajes de ambas películas. Quizás por eso, pasados los años y con un Óscar en su manos, por su temática y referencias, «Opera Prima» no está entre las favoritas de su director.

Muchas pegas se le pueden poner, es cierto, y sin embargo, al ver en la web de Fernando Trueba un corto vídeo de una escena del rodaje, con Paula Molina abrigada fumando y leyendo, esperando a que Óscar Ladoire repitiese una y otra vez una escena que parece sencilla, la llegada de la calle con una bolsa de la compra, en una buhardilla atestada de técnicos, sin otra mujer que yo vea, con Trueba bostezando de cansancio ante un guión de papel manoseado hasta el exceso, no he podido por menos que pensar en mis modestas experiencias actuales ante la cámara, y el tiempo y paciencia que conlleva rodar aunque sea unos segundos.

Se sorprendía y festejaba en su blog hace unos días mi amigo Íñigo (uno de los 9 dibujante que escriben al comienzo de mi libro) que Trinidad Aguirre publicase su primer (y buen) libro a los 74 años. Mi caso no es muy lejano, al fin y al cabo, pero ya se sabe, el tiempo y los medios no van siempre de acuerdo.

Así que, tenga la edad que yo tenga, puesto que mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» es también mi ópera prima, estar tan cerca de Ópera no me parece un mal comienzo. Y quizás me lleve a otras obras. Sobre Madrid. Sobre Granada. Sobre mí. Ya les contaré.

Mi libro: «Sin presiones, Canarias Dibujada» (1)

mi libro

«Sin presiones, Canarias dibujada», mi libro de acuarelas y dibujos de Canarias, está terminado.

Autoeditado, más de seis meses después de reunir mis primeras ideas y los dibujos de 10 años, y de tantear distintas opciones y editoriales, en un mes podré disponer de los 100 ejemplares que encargué a la Editorial Soldesol.

La portada es la del dibujo que encabeza este blog, el risco de Famara, en Lanzarote, con la isla de la Graciosa al fondo, con una particularidad: decidimos invertirlo, así que es el único dibujo que no está tal y como lo dibujé.

Y me gusta, da un poco la idea de algo creado y deja espacio natural al título, «Sin presiones», del que hablaré más adelante, que vuela, como las gaviotas que dibujé entonces, hacia las manos del lector.

En la contraportada pusimos la panorámica completa tal y como la dibujé, la que encabeza e identifica este blog.

Crear este libro ha sido, y aún lo es, una gran experiencia.

Quería reunir dibujos que he ido creando en distintos cuadernos estos últimos diez años en un libro que fuese como otra libreta, de tapa dura, apaisada, donde mis panorámicas se pudiesen disfrutar a libro abierto, donde pudiese publicar un centenar de dibujos, donde pudiese mostrar los temas que me gustan y distintas técnicas que manejo.

Recopilar dibujos, ordenarlos, seleccionarlos, escanearlos ha sido un trabajo lento, en algún momento difícil…

Y luego, buscar una editorial, consultar distintas opciones, packs y ofertas, escribirles y hasta visitar alguna ( gracias Adrián, de viveLibro, esta vez no fue) para aprender y comprender qué libro quería (tapa dura, A5, apaisado, con primacía en el color y las imágenes…) y qué libro podía, pues debía de pagarlo yo, y cuántos ejemplares, porque quería que fuese «mi libro».

Elegí la Editorial Soldesol, viendo que ya había publicado libros de dibujos similares a lo que yo quería, como «Almería dibujada», y también por el trato directo, la atención y el aprecio de mi editora, Sol Ravassa. Han sido meses de correos, sugerencias, ayudas, ideas, hasta confeccionar la maqueta definitiva y darle el visto bueno a la impresión del libro.

El resultado ha sido tan bueno que aún sin tenerlo aún en mis manos, mi libro ya figura en la colección «Panorámica» de la Editorial Soldesol, que coordina Dori Ruiz, también dibujante y Urban Sketcher:

El título

«Sin presiones» era el título original, tras algunos tanteos que explico en el mismo libro así:

Añadimos después ese «Canarias dibujada» que informa de lo que aparece en el libro:

COMPAÑEROS

A la hora de escribir un prólogo pensé en que me gustaría pedir a compañeros/as artistas con los que he dibujado alguna vez que escribiesen unas palabras hablando de mí, de mis dibujos o del dibujo en general. Y así aparecen en el libro las palabras de Juan Mª Josa, de Madrid, Eva de Urioste, de Lanzarote, Patricia Assunçao, de Gran Canaria, Íñigo Franco Benito de Lanzarote, Patrizia Torres y Luis Ruiz Padrón de Málaga, Miguel Ángel Lacal García, de Granada, Alejandro García Medina, de Gran Canaria y Clara Marta de Zaragoza:

Ha sido bonito recibir las palabras de otros artistas no sólo sobre mí o mis dibujos, sino sobre el propio hecho de dibujar. Mirar a través de otros ojos, y muy diversos, lo que uno vive y ha vivido con el dibujo, es muy estimulante.

Aunque el libro continúa, tras la explicación del título, con una selección de mis dibujos de las 8 islas canarias, aunque dos de ellas, Gran Canaria y Lanzarote, y dos ciudades, Las Palmas de Gran Canaria y la Villa de Teguise, ocupan el centro del libro, algo lógico, porque son mis lugares más vividos y por ello dibujados.

Continúa el libro mostrando brevemente mis temas y técnicas, mostrando algunos ejemplos variados, y finaliza con mi despedida, que termina con estas frases:

Este libro contiene una pequeña parte de la obra que he hecho y haré. Dejo pendiente mucho más de Canarias y de otros lugares que me apasionan como Granada, Madrid, Barcelona, París, Londres… Confío en que volvamos a coincidir entre dibujos muy pronto en otro libro.

Pues eso, un libro con dibujos míos de Granada y Madrid aguarda a tomar forma y algún otro espero que surja en el futuro.

Pero de momento, mi primer libro, sin presiones, sigue su camino. Esta semana estuve visitando librerías que puedan acogerlo en mi ciudad, y escribiendo a otras de Madrid, Granada, Málaga, buscando donde podrían recibirlo.

Otro paso para el libro es presentarlo. Bibliotecas, librerías, ateneos, institutos,… están recibiendo mis correos y visitas. No es fácil ante esta sexta ola, pero confío que en unos meses sea posible. En Las Palmas, en Lanzarote, en Granada, Madrid. Me gustaría hacerlo ante familia y amigos y afortunadamente los hay en muchos lugares. Todo llegará.

Y espero que el libro de para más que contar. Por eso he puesto ese (1) en el título.

Hasta el próximo. Sin presiones.

«¡Sí, soy un Artista!»

(Dedicado al Ministro de Cultura y Deportes, D. Miquel Octavi Iceta i Llorens, con todo respeto y confiando en que lea el correo que le envié, y por qué no, este post que le dedico)

@Pvil, artista, dibujando


«¡Sí, soy un Artista, tengo 61 años, y soy Artista!»

Eso contesté el viernes pasado a una funcionaria del Ministerio de Cultura que me llamó.

Tras decirme que lo de las pensiones era cosa de la Seguridad Social y yo insistirle que correspondía al Ministerio de Cultura solucionar nuestro caso, me preguntó:

«¿Pero es que es usted artista?»

Mi contestación, espontánea, sin pensar, fue la que encabeza este post.

Y lo que siguió fue una conversación donde le expliqué que dibujaba, que pintaba, que actuaba, que escribía, que era mi ilusión publicar mi primer libro con mis dibujos y que me parecía injusto que me penalizaran por ello. Que ójala ganase algún día lo bastante como para que no me importase que me quitasen la pensión, pero que si eso no fuera posible, que tal como está el mercado del Arte parece lo más lógico, sería injusto que por un pequeño ingreso me retirasen la pensión.

Que si cobraba la pensión es porque había debido ganarme la vida como profesor de dibujo y porque con mis años trabajados y cotizados exigidos por la ley se me permitía retirarme a los 60, y que mi ilusión era, y es ahora, dedicar ese tiempo a crear Arte y Cultura, y que facilitar eso era de interés del Ministerio de Cultura y Deportes, y del ministro.

Lamento ahora no recordar el nombre de aquella funcionaria, quizás porque no me lo dijo, quizás porque al ser mi primera llamada de un ministerio y estar más concentrado en explicar los motivos de mi correo del día anterior, simplemente lo olvidé.

Terminó su llamada facilitándome el correo del Ministro de Cultura para que, como ya conté en un post en mi otro blog, «Discentia» , le contase nuestra situación.

Escribo esto porque es la primera vez, que yo recuerde, que lo he dicho claramente:

«¡SOY ARTISTA!»

Siempre esa modestia, ese «tengo mucho que aprender», ese «vendí un solo cuadro en mi única exposición», ese «he ganado el premio por la suerte del novato», esos «no, por favor…» cuando algún alumno proponía hacer un trabajo… sobre mí… esos «bueno, sí…» cuando otros me decían «eres un artista», …

Resultó para mí emocionante que al pedir a amigos dibujantes con los que había compartido momentos que me escribieran unas palabras para mi futuro primer libro de dibujos la palabra «Artista» estaba presente en lo que me escribieron, como el hecho de crear lo está en esas fotos que me hicieron y que encabezan este post. Ese mismo libro que espero tener pronto, que no sé si, al no dejarme venderlo, habré de esconder, regalar o que esperen a mi muerte para que alguien lo vea.

Cuánto me ha costado decir «¡soy un artista!». Y ha tenido que ser como respuesta a una desconocida…

Creo, sin modestia, que reúno las seis acepciones.

Quizás para la quinta, y regreso a la modestia, «persona que hace algo con suma perfección», aún me quede un poco de tiempo, si la salud, los ministerios y los misterios me dejan. A Saramago, Picasso, César Manrique, no les miraron la edad. Quizás porque no cobraban una pensión.

Por eso quiero terminar, (y ojalá la lea el Ministro de Cultura, aquella funcionaria y las personas que quieran recibirme para hablar de esto, ) con esta cita del artista japonés Hokusai, escrita a sus juveniles 75 años (vivió hasta los 88):

“A la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50, había producido un gran número de dibujos. Con todo, ninguno tuvo un verdadero mérito hasta la edad de 70. A los 73, finalmente, aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, hierbas o árboles. Por lo tanto, a la edad de 80 habré hecho un cierto progreso. A los 90 habré penetrado el significado más profundo del mundo. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional. Y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos poseerán vida propia”.

Y con la obra que más me gusta de Hokusai, «La gran ola de Kanagawa» un grabado en madera que creó, miren qué casualidad, cuando tenía mi edad, entre lo 60 y 63 años, y que habla del esfuerzo y del valor de navegar entre enormes olas.

Hokusai«La gran ola de Kanagawa»

Y entenderán mejor la frase y la foto con la que termino este post:

SOY UN ARTISTA

@PVil, ARTISTA

Retratos

El retrato es una de mis… habilidades… o debilidades.

Me gusta ver aparecer un rostro en un papel y verle coger vida en mirada, piel y pelo.

Tuve un momento difícil con el retrato, cuando hace ya 24 años, cuando dibujé el retrato de mi padre:

Retrato de mi padre, 1997

Cuando fui a enseñárselo, mi padre estaba indispuesto, así que sólo pudo verlo con una amarga sonrisa. Pensó, pensamos, que era una indigestión. Al día siguiente, cuando regresé de trabajar, supe que había sufrido un infarto. Estuvo dos meses en el hospital y finalmente falleció. Ese retrato en modesto pastel preside hoy el salón de la casa de mi madre.

Durante mucho tiempo me negué a retratar a personas que conocía personalmente, especialmente a mi familia. Poco a poco lo fui superando, retratando a actrices, fotos de revistas, desconocidos, iba superando el reparo a hacerlo. Me gusta probar con diversas técnicas, lápiz, pasteles, acuarela, o combinarlas a veces. Me gusta aprender de otros artistas y admirar cómo lo hacen. Alguna vez, en parte pensando en mis antiguos alumnos, he puesto en mi Youtube, PVillarrubia, vídeos dibujando un retrato:

Retrato de Isabella Rossellini
Dibujo de chica

Hace ya tiempo, en Flickr, entré en un grupo, Julia Kay Portrait Party, ya conocido como «JKPP», donde aportábamos nuestras fotos y nos dibujábamos unos a otros. Incluso de ese grupo nació un libro, «Portrait Revolution», para el que me pidieron varios dibujos, de lo que no obtuve ni ganancia ni copia, pero me gustó ver mis dibujos publicados y hasta me compré una copia para fortalecer mi ego y filmé un vídeo con ella. Entonces firmaba «PVillarrubia».

Los cambios en Flickr, donde sigo siendo PVillarrubia, con la pérdida de muchas imágenes que tenía publicadas allí, hicieron que poco a poco me alejase del grupo, lo que no significa que haya dejado de dibujar retratos.

A veces simplemente tomo una foto de alguien en Instagram y la transformo en su retrato, con técnicas variadas, a veces tradicionales, a veces digitales:

Retratos de mi Instagram, @PVil

A veces el mejor, y único, premio es recibir el agradecimiento de los retratados, ya que suelo mencionarlos, o los corazoncitos de «me gusta» de quienes me siguen en Instagram.

Otra opción de satisfacer mis deseos de retratar es la red Sktchy, con un funcionamiento similar al grupo de Julia Kay, pero planteada como una aplicación para móvil. Compartimos allí nuestros retratos y nos retratamos unos a otros, recibiendo por ello… corazones y comentarios.

Algunos de mis retratos en Sktchy App

Sktchy ha incluido además una Sktchy School, donde artistas ofrecen cursos en los que muestran en vídeo cómo trabajan y proponen ejercicios. Los que más me gustan son los que plantean como reto, como #3oFaces30Days, que plantean eso, dibujar 30 retratos en 30 días. Comprobar cómo dibujan la misma persona, no sólo el artista sino los alumnos, que a su vez pueden ser artistas o profesores de otros cursos, resulta muy interesante. Yo ya he participado en dos, el año pasado y éste.

Pero lo contaré, espero, en un próximo artículo.

«Sketchcrawl» en solitario, 9 años después

«Sketchcrawl», para quien no lo sepa, es una maratón de dibujo urbano o «urban sketch» que se realiza en un día señalado, generalmente dibujando un lugar o siguiendo una ruta.

Hay sketchcrawl a nivel mundial que se convocan cada cuatro meses a la vez en distintos lugares del mundo en el foro de la web Sketchcrawl.com. Cada lugar convoca su encuentro y luego publican fotografías de sus dibujos y comentarios en el foro. El pasado 16 de enero se celebró el 70º Sketchecrawl.

Hace 9 años, el 21 de enero de 2012, se convocaba el 34 Sketchcrawl mundial y me pareció entonces buena idea convocar nuestro primer encuentro de urban sketchers en Las Palmas de Gran Canaria con ese motivo. No conocía a nadie personalmente entonces, así que convoqué por Facebook Twitter y en mi blog a quien pudiera estar interesado, convencí a mi hija Irene, 10 añitos entonces, para que me acompañara y hasta elaboré un itinerario por la ciudad con 6 puntos de encuentro y dibujo.

sketchcrawl2012LP6_hoja ruta
34º Sketchcrawl Las Palmas de Gran Canaria – Cartel y Hoja de ruta

El relato de aquella jornada aún se puede leer en este blog, y al haber subido cada foto al blog , las imágenes aún se conservan:

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA – 34 SKETCHCRAWL MUNDIAL – 21 DE ENERO DE 2012

Lo recordé a finales de enero. cuando tuvimos que cancelar el encuentro previsto de Urban Sketchers Gran Canaria, y decidí que si no podíamos dibujar en grupo, podría yo salir y repetir aquella larga jornada de 2012.

Mi interés en comparar el paso de tiempo en la ciudad, las circunstancias de cada momento y el cambio posible en mi manera de ver y representar lo que veo fue otro acicate para hacerlo.

Así que el pasado 24 de enero me fui a la plaza de Santa Ana, y desde el mismo punto en que dibujé en 2012 me puse a dibujar. El día estaba claro y soleado, lo que no recordaba de entonces, el sol me daba en plena cara y puedo decir que pasé bastante calor. Esa no era la única diferencia, también lo era la mascarilla y la soledad:

Quizás por todo ello mi dibujo no pudo ser tan panorámico como el de 2012:

El siguiente punto era la Plaza de Cairasco, y esta vez escogí el punto opuesto a 2012, convenientemente a la sombra la dibujé desde la Alameda de Colón:

Antes de ir al tercer lugar, el Parque San Telmo decídí pasar por un lugar donde pasé muchas horas en los años 80 y 90, el pub Cuasquías, ahora cerrado y en venta, signo de cómo cambian los tiempos. Su letrero, con la A y la S a medio caer, su cierre con el número 83, su fachada antigua y colorista y el letrero de «se vende» daban para mucho pensar… y dibujar:

Caminando por la calle Triana me detuve en otro lugar que tenía muchos recuerdos para mí. Ahora se llama Café Regina, pero en los 80 estaba por allí la Cafetería Triana, donde nos reuníamos algunos fan del cómic y compartíamos ideas, dibujos y proyectos de los que salió aquel fanzine llamado «El Camello». Me senté y dibujé mientras reponía mis fuerzas con una cerveza y un sándwich:

Ya llevaba 4 dibujos y me dirigí al parque San Telmo. En 2012 dibujé a la gente que tomaba el aperitivo en el Quiosco Modernista. Ese día estaba cerrado y sólo estaban allí sus sombrillas cerradas, como extraños monjes blancos:

03. Parque San Telmo (PVillarrubia)

Para el siguiente punto, el Parque Santa Catalina, necesitaba coger la guagua, el bus si no viven aquí, para dibujar la estatua de Lolita Pluma, aquel rincón del parque, y asomando la torre del «hotel AC», que antes tuvo más nombres, «Don Juan», «Los Bardinos»…

No pude estar mucho, el dibujo era complicado, y la zona, dibujando en solitario, no es excesivamente tranquila, así que lo dejé en dibujo solamente.

04. Parque Santa Catalina (PVillarrubia)

En casa, al regreso decidí darle color:

Pero antes, para finalizar el encuentro, debía dirigirme a las Canteras, pero no a la zona más cercana, sino a la Plaza de Saulo Torón, casi al final de la playa, cerca de la Puntilla. Allí, casi al atardecer, hice mi séptimo y último dibujo del día, la playa de las Canteras:

Allí terminó mi larga jornada, y mi foto final con mi dibujo fue muy distinta y más solitaria que la de aquel grupo en 2012. También comprendí lo agotadora que fue y por qué, quizás, en adelante no volvimos a repetir una ruta tan larga y nos conformamos con encuentros de media jornada.

05. Playa de las Canteras - Foto final de Grupo

A mí me sirvió para apreciar las diferencias que marcan esta época, los cambios en mi dibujo para los mismos temas y quizás que me sienta más a gusto dibujando temas distintos, mis dibujos de Cuasquías y del Café Regina estaban más sueltos libres y coloristas. Quizás el recuerdo de lo dibujado entonces me impidió verlos como temas nuevos.

Fue interesante. La ciudad cambia y nosotros con ella. Quizás repita esta experiencia con otros lugares ya dibujados, en grupo o en solitario. Entretanto les dejo con un collage de mis dibujos y un vídeo que resume aquella jornada:

2020 – @PVil – Breve balance

Mis retratos, dibujos y acuarelas en 2020
Mis Urban Sketches de 2020

El año 2020 no fue ni tan bueno como esperaba ni tan malo como temía.

No volví a escribir aquí desde abril, es cierto, y hasta puede que sea bueno, pero no dejé de crear.

Muchas cosas se interrumpieron y finalmente se cancelaron, como mis previstos viajes o un taller de acuarela que me atreví a comenzar:

En casa, cuando no pude salir, dibujé desde la ventana, mirando la pantalla de mi ordenador o la taza de café que tenía delante.

En 2020 me apunté a más cursos de arte (Doméstika, Crehana, Udemy, Sktchy, Sketchbook Skool, …) de los que podría realizar en 10 años. Aprendí algunas cosas. Copié o interpreté otras. Comprendí que necesitaban tiempo y práctica. Sigo con ello.

En cuanto al dibujo urbano, durante el confinamiento me inventé los «encuentros virtuales»: escogíamos un lugar en Google Maps, señalábamos unos puntos de interés y los dibujábamos mirando al ordenador. La idea, que en principio rechazaron los urban sketchers, tuvo éxito, se internacionalizó, se crearon grupos, y hoy es una práctica muy común entre dibujantes.

Y desde que pudimos salir, los Urban Sketchers Gran Canaria organizamos algunas salidas: lugares de la isla en los que nunca habíamos dibujado, y en condiciones en las que nunca habíamos dibujado. 15 eventos, entre virtuales y presenciales, conseguimos organizar:

Cuando yo usaba Flickr como portfolio, solía usarlo para ver las publicaciones de ese año y compararlas con las anteriores. Eso me permitía saber si había creado más o menos. En 2020, sin un portfolio oficial, es Instagram donde publico la mayoría de mis obras, y los «me gusta» el baremo con que mido su «valor» y la base de selección de las obras de los vídeos de cabecera.

Pero, sin contarlas, creo que en 2020, pese a disponer de más tiempo, han sido menos obras, pero también más variadas. He probado cosas distintas, desde encuadernar a collages. Ha habido más fotografías que dibujos o pinturas, algo de arte digital, algunos vídeos, mucho leído o visto en las pantallas.

Cierto que en 2020 se quedaron cosas en proyecto, como un libro mío, exponer, solo o en grupo, crear obras en torno a un motivo o en serie, probar el grabado o el modelado, pintar o dibujar más afuera, en la calle o en viajes, así que no puedo ni darme por satisfecho ni tampoco por vencido. Ahí siguen, y algunos serán realidad y otros seguirán siendo proyecto.

En estos tiempos agradezco sobre todo la salud y el tiempo de quienes conozco, y espero que todo vaya yendo poco a poco hacia eso que llaman «normalidad» y que sería básicamente vivir sin limitaciones, viajar, beber, abrazar, caminar, mirar, crear.

Mientras, de lo que se pueda y como se pueda, iré creando. Y espero compartirlo. De algún modo.

Agonía Cultural

#ConfinArte… o Arte con fin.

Acabó MI #ApagónCultural.

Y recalco lo de «MI», porque bastaron pocas horas de críticas, presión, insultos varios, la promesa de una reunión para que quienes convocaron (aún no sé muy bien quienes fueron) el #ApagónCultural lo desconvocaran rápidamente.

Así que, con mis dudas aún y todo, me quedé yo solo con unos pocos más sin tocar pinceles o lápices 48 horas.

Me recordó mis últimas huelgas como docente: que si no eran oportunas, que si no sirven de nada, que para qué perder mi dinero, que nos van a criticar… y terminaba yo con unos pocos más haciendo un parón testimonial.

Pero no me vino mal. Coincidiendo además con unos días donde recordé que de niño se paraba todo, hasta la música, donde sonaban tambores y se encendían velas en las calles, donde había que estar triste porque «murió el Señor». Sólo un par de días, porque luego venía «la resurrección». Complejos conceptos para un niño.

El Arte con fin no es más que un reflejo de la vida. El arte para mí hoy es reencontrarme con los dibujos de Uderzo, que murió en estos días y que reflejan muy bien la situación o situaciones en que nos encontramos:

El Arte, hace tiempo, confinado en palacios, conventos e iglesias, quería también a su manera, como en este cuadro de El Greco, reflejar la vida, fuese o no sobrenatural:

Mi arte confinado refleja nuestra agonía actual: la taza de café, las vistas desde nuestra ventana, autorretratos diversos, ese reloj, el calendario… momentos congelados que parecen no pasar:

Así estoy yo como artista, como modesto artista, probando a pasar 48 horas sin crear arte, sin compartir mi arte.

Más duro me habría sido no ver arte, no consumir arte, no disfrutar del arte ajeno. Eso me fue imposible: cómo no mirar un dibujo, ojear un libro, escuchar una canción, cómo no admirar esto o aquello… eso, debo reconocerlo, no me fue posible. Las 48 horas me fueron así más leves, al fin y al cabo mis manos, mis ojos, mi mente, no son más que un pequeño punto, apenas reconocible.

Entiendo al resto de artistas, y a quienes trabajan en el arte. No son más que el reflejo de esta sociedad. Con muy privilegiados arriba y muy modestos abajo. Viviendo en grandes mansiones y cubículos ínfimos. Con medios de sobra y sin medios. Es fácil dividir así.

Ayer, cuando leía los insultos, las valoraciones, el desprecio, las opiniones de autodenominados artistas no pude más que sentir tristeza, o estupor, o dudas. Como hace 48 horas.

Y ¿Qué es la cultura? dicen que tiene más de 250 definiciones. Una de ellas dice que viene de «cultivar»…

¿Y el Arte?, menos acuerdo hay aún en esto, pues depende del tipo, época, mercado, incluso se define como una habilidad, como una manera especial de hacer las cosas.

Así que al final artistas somos todos. Y todos distintos. Puede que se apage, que agonice. O quizás no.

Y a algunos pequeños artistas como yo nos ha dado también por escribir nuestras dudas y perplejidades, nuestros miedos y nuestras esperanzas. Quizás algún día llegue, como canta Silvio Rodríguez, el momento oportuno, la palabra precisa, la sonrisa perfecta, pero no para un apagón cultural sino para lo contrario, lo deseado, un encendido, un incendio cultural.

Y mientras eso llega, yo me entretendré escuchando a Silvio Rodríguez cantar no en su mejor versión, pero sí en una de las más recientes una canción que pide que ójala «… se te acabe la mirada constante, la palara precisa, la sonrisa perfecta …»

Y yo termino pidiendo que ojalá que se acabe esto. Hoy esta canción se la dedico a esta pandemia «perfecta»:

Ojalá

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
Para que no las puedas convertir en cristal
Ojalá que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo
Ojalá que la luna pueda salir sin si
Ojalá que la tierra no te bese los pasosOjalá se te acabe la mirada constante
La palara precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en cancionesOjalá que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda
Ojalá que tu nombre se le olvide esta voz
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado
Ojalá que el deseo se vaya atrás de ti
A tu viejo gobierno de difuntos y flores