
Dicen que cuando ocurre algo por primera vez es una casualidad, la segunda es una coincidencia, la tercera se convierte en hábito y a la cuarta es una (buena o mala) costumbre.
Así que yo he empezado el año persiguiendo una costumbre: dibujar del natural.
Ya hace unos años, un antiguo colega de mis tiempos del cómic, y hoy pintor, Antonio Cerpa, me informó de las sesiones de Dibujo del natural los viernes por la tarde en la Escuela Luján Pérez.
La Escuela Luján Pérez ha formado parte de la cultura y la educación artística canarias desde 1918, pronto cumplirá los 100 años, y hace más de una década que yo también recibí allí cursos de grabado y de dibujo dentro de mi nada formal educación artística, de la que quizás alguna vez me atreva a escribir.
Pese a saber de ello, el cansancio de los viernes, compromisos familiares y mil excusas impidieron hasta ahora que me animase a ir. Formaba parte de mis propósitos, deseos e ilusiones para el nuevo año, así que el pasado viernes 8 me presenté allí.
Y llegué tarde. Y mal: sólo llevé una libreta algo más grande que las que uso habitualmente, unas plumas y pinceles de agua, así que, como la modelo estaba descansando, me puse a dibujar el local:

Comenzada la última sesión, de apenas 20 minutos, decidí hacer diversos dibujos de la modelo desde distintos lugares, moviéndome alrededor, intentando no molestar a mis compañeros:

Luego cambié de posición y de color a otra pluma más azul:

Como la pluma azul se me acabó (¡ah… mi poca previsión!) terminé peleándome con otra pluma negra que no me ayudó nada:

Aún así, terminé razonablemente satisfecho con la experiencia y decidí pasar de la casualidad a la coincidencia. Pero esa es otra historia…
(Continuará)