En una semana, el próximo jueves 17 de Febrero, a las 19:00 horas, si el tiempo, la salud u otras circunstancias no lo impiden, como dice mi cartel arriba, presentaré mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» en Madrid, en la Librería La Buena Vida, calle Vergara, 5.
Escogí esa librería porque ese rincón de Madrid tan cercano al Teatro Real me trae muy buenos recuerdos, desde los más recientes de mis dibujos de la plaza Ramales, con rodaje con moto incluido, o de la calle Santiago,
Plaza Ramales, MadridCalle Santiago, Madrid
Hasta los algo más lejanos cielos de Madrid de hace 10 años desde una sala de ensayos del Teatro Real
Y recuerdos de los aún más lejanos, de mis paseos por Madrid vestido de caqui allá por 1980, mucho más grises que esos cielos, pero igualmente válidos para mí.
La librería se llama «la Buena Vida», y es sabido que no es casualidad, por ser esta la primera película de David Trueba, y preparando la que va a ser la primera presentación de mi primer libro, pensé en verla, porque se puede ver en RTVE Play estos días, y no la vi en su momento, allá por 1996.
Sin embargo, quizás por mi edad, por mi historia personal, esa zona de Madrid me recordó otra primera película muy anterior, «Ópera prima», de su hermano Fernando Trueba, de 1980, ambientada en aquella zona y en aquellos años y que, esta sí, recuerdo haber visto en su momento.
No ha sido fácil encontrar «Ópera prima». No está en plataformas, ni se encuentra en bibliotecas o lugares de préstamo. Hace unos días, tras muchas búsquedas, pude verla online. No me pregunten dónde. Verla me trajo a la memoria el juego de palabras de su título, su cartel sus paralelismos con la película de Woody Allen «Manhattan».
El paralelismo, que entonces me pareció casual, que alguien en la España de aquellos años tuviera vivencias similares a las de los personajes de Allen, no lo fue tanto. Basta ver las fechas de ambas películas, la crítica de trueba a la película de Allen, los personajes de ambas películas. Quizás por eso, pasados los años y con un Óscar en su manos, por su temática y referencias, «Opera Prima» no está entre las favoritas de su director.
Muchas pegas se le pueden poner, es cierto, y sin embargo, al ver en la web de Fernando Trueba un corto vídeo de una escena del rodaje, con Paula Molina abrigada fumando y leyendo, esperando a que Óscar Ladoire repitiese una y otra vez una escena que parece sencilla, la llegada de la calle con una bolsa de la compra, en una buhardilla atestada de técnicos, sin otra mujer que yo vea, con Trueba bostezando de cansancio ante un guión de papel manoseado hasta el exceso, no he podido por menos que pensar en mis modestas experiencias actuales ante la cámara, y el tiempo y paciencia que conlleva rodar aunque sea unos segundos.
Se sorprendía y festejaba en su blog hace unos días mi amigo Íñigo (uno de los 9 dibujante que escriben al comienzo de mi libro) que Trinidad Aguirre publicase su primer (y buen) libro a los 74 años. Mi caso no es muy lejano, al fin y al cabo, pero ya se sabe, el tiempo y los medios no van siempre de acuerdo.
Así que, tenga la edad que yo tenga, puesto que mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» es también mi ópera prima, estar tan cerca de Ópera no me parece un mal comienzo. Y quizás me lleve a otras obras. Sobre Madrid. Sobre Granada. Sobre mí. Ya les contaré.
«…Aún así tengo en mi cabeza una iniciativa que, estando relacionada con el dibujo virtual, puede que me permita variar y divertirme más. Lo comentaré en un próximo post.»
Así terminé mi último post, así que voy a dedicar este a plantear una propuesta que se me ha ocurrido:
Aislamiento -> islas -> ÍsOlas
Para los que vivimos en islas el aislamiento está siempre presente, ya sea por la distancia, la metereología, la lejanía de otra gente, la imposibilidad de romper esa barrera atravesando llanuras o países, si no es por mar, o por avión.
A veces, como sucedió con Gauguin, la isla supone un aislamiento voluntario, un distanciamiento de problemas o de lo que supone lo malo de la «civilización». Quizás por eso, cuando me propuse el dibujo virtual con Google Maps mi primer pensamiento fue precisamente una isla lejana, Islandia.
Mi propuesta es pues:
DIBUJAR ISLAS
ESCOGER UN ARCHIPIÉLAGO O UN CONJUNTO DE ISLAS CERCANAS.
NO DIBUJAR LA MISMA ISLA NI EL MISMO LUGAR.
COMPARTIR LO DIBUJADO EN LA RED.
Como prueba, y también porque vivo aquí, yo comenzaría por el archipiélago Canario. Luego podrían ser las islas del caribe, el Pacífico, las de Oceanía, Japón, Filipinas, … dicen que hay 2149 islas en el mundo, y suponen un 6,3% de la superficie del planeta y un 10% de la población mundial. Si quieren una lista de ellas, en la Wikipedia pueden encontrar una:
Mientras, yo he empezado a practicar con Tahití, la isla que escogió Gauguin para aislarse:
El 19 de marzo pasado, una semana ya en confinamiento por coronavirus, se me ocurrió una idea, que como se ve en la imagen, en su momento me pareció algo loca y que comuniqué a los miembros del grupo Urban Sketchers de Gran Canaria y al grupo vecino, Urban Sketchers de Lanzarote:
Dibujar sitios remotos a partir de imágenes de Google Maps, que en algunas de ellas, como las de 360º, nos permiten girar la mirada o pasear por la zona escogiendo el lugar que más nos guste dibujar.
Comencé este reto proponiendo dibujar Reykiavik, en Islandia, un lugar tan remoto para mí que dudo pueda visitar en persona, y tan distinto y lejos de este encierro que me interesaba dibujar.
Antes de empezar, «paseé virtualmente» por Reykiavik, buscando aquellos lugares que me parecieron más «dibujables», copié los enlaces a las imágenes y los compartí con los grupos de Urban Sketchers, marcando una fecha, 20 de marzo y un horario de comienzo para estar de alguna manera «conectados».
El resultado, si bien no es como dibujar en la calle, fue bastante positivo. En mi caso quizás la comodidad de mi casa hizo que dedicase a cada lugar más tiempo y más medios de lo que es habitual en nuestros encuentros.
Mis cinco dibujos de Reykiavik me dejaron razonablemente satisfecho. Sin embargo, como ya dije, dediqué a ellos más tiempo y detalles de los que suelo disponer habitualmente, por lo que estuvo entre una sesión de dibujo urbano y otra de acuarela o paisaje en casa.
Mis dibujos de Reykiavik (Islandia)
Fue más positivo para mí poder ver los resultados de otros dibujantes ante el mismo motivo.
Aquellos dibujos los etiquetamos y publicitamos con las etiquetas #USKathome y #USKencasa, como habían hecho otros grupos. Sin embargo pronto me di cuenta de que lo que hicimos no era propiamente «urban sketchers» y por lo tanto no debíamos etiquetarlo así ni compartirlo en nuestro grupo de Facebook, así que creé un grupo que llamé «USK Virtual«, y #USKVirtual es la etiqueta con la que hemos llamado este tipo de encuentros.
Desde entonces hemos dibujado en sitios diversos, como Haarlem en Países Bajos, donde vive Anne Rose Oosterbaan, una artista holandesa que conocí brevemente en nuestro último encuentro de USKGC en Arguineguín y que creó su propio grupo #USKVirtual en Facebook donde ha venido realizando múltiples quedadas virtuales desde entonces (19 hasta ahora y 3 en curso hoy, todo un récord de actividad):
Mis dibujos de Haarlem (Países Bajos)
Yo no he ido a todas, obviamente. Mis siguientes quedadas virtuales fueron en Sydney (Australia):
Mis dibujos de Sidney (Australia)
Mi última visita virtual hasta el momento ha sido a Lisboa (Portugal) a invitación de Patricia Assunçao, amiga y cofundadora de nuestro grupo Urban Sketchers Gran Canaria, por lo que, pese al cansancio de convocatorias tan seguidas, no pude rechazar:
Mis dibujos de Lisboa
En todo abril no he vuelto a hacer otra visita virtual, incluso a lugares como París, Granada o Barcelona en los que hay mucho que dibujar. He descubierto que dibujar lugares que ya «conozco» me produce algo de tristeza, quizás por la imposibilidad de poder estar allí ahora. Y en los que son similares a otros que conozco mi curiosidad no se dispara.
Por otro lado, los factores anteriores, unidos a que los dibujos me supongan tanto esfuerzo o detalle por estar en casa, por tener a mi alcance – o casi – cualquier tipo de material que necesite, el disponer de tiempo de sobra para hacerlos y que de alguna manera sea dibujar «de foto», han hecho que pierda algo de interés en ello.
O quizás, para que negarlo, me cueste seguir el ritmo de otros y me guste, en esta circunstancia forzosa, cambiar de actividad con cierta frecuencia.
Aún así tengo en mi cabeza una iniciativa que, estando relacionada con el dibujo virtual, puede que me permita variar y divertirme más. Lo comentaré en un próximo post.
Nota previa: tras el desastre de pérdida de fotos en Flickr procedo a reelaborar este blog. Y empiezo con este artículo sobre Granada, porque fue además el último lugar en que estuve este mes, antes de este confinamiento por coronavirus en el que actualmente nos encontramos.
Si para dibujar en Florencia debí esperar 40 años, dibujar en Granada lo hago siempre que voy. Y voy siempre que puedo. Mi madre y parte de mis hermanos están allí, y además, cualquier motivo es bueno para visitar Granada.
Granada es una ciudad tan dibujable como Florencia y, salvo la sobrecargada Alhambra y también sus numerosos bares, mucho más tranquila y con muchos rincones donde pararse a mirar y dibujar. Cuenta con colinas como las del Albaycín y la Alhambra desde las que divisar la ciudad y la Vega, que es como un mar interior aún lleno de verdor.
Desde que de adolescente me trasladé con mi familia allí a vivir y a estudiar, Granada ha sido uno de mis lugares preferidos para dibujar. Allí aprendí a dibujar en carboncillo en la Escuela de Artes y Oficios, preparándome para carreras como Arquitectura o Bellas Artes que entonces no había en Granada, sólo en Sevilla, Madrid… y que nunca llegué a cursar.
Ya dibujaba en la calle cuando no se sabía qué eran los Urban Sketchers y admiraba los cuadernos de viaje o bocetos y pinturas de Granada de artistas como Roberts, Fortuny o Sorolla. No conservo ya aquellos viejos dibujos de cuando pasear por la Alhambra y sus jardines (a mediados de los años 70) era una aventura romántica para un dibujante adolescente y aún era algo que se podía disfrutar casi en soledad y tranquilidad y sin seguir rutas establecidas.
Granada es para mí la ciudad del eterno retorno. Sí conservo aún dibujos de hace casi 25 años y resulta curioso para mí regresar a los mismos sitios, y apreciar los cambios, no sólo de la ciudad, de la época del año o de la gente, sino de uno mismo a la hora de mirar y dibujar, o si le dedicas más o menos tiempo. Esta Navidad regresé otra vez y con una pluma con tinta sepia dibujé la Alhambra, la Puerta del Vino,… los pongo al lado para apreciar las posibles diferencias:
Puerta de La Justicia – 2016
Puerta de La Justicia – 1993
Puerta del Vino 2016
Puerta del Vino 1993
Otro lugar donde me gusta pararme a dibujar en Granada, y más cercano a casa de mis padres, es el río Genil y cualquiera de sus puentes, y el Paseo de la Bomba con su ancha rambla, sus exagerados y señoriales chalets y su antigua biblioteca, donde devoré de joven los libros de Herman Hesse o de Mark Twain.
Puente de las Titas
Puente de las Titas – 1993
Fuente de las Titas 2013
Biblioteca Municipal del Salón
Añado algunos dibujos y podría poner muchos más de Granada, pero no quiero alargar más este post. Si tienen tiempo y ganas pueden pasar por mi algo desordenada cuenta en Instagram @pvil, donde voy compartiendo mis dibujos, fotografías e historias según los momentos.
Alhambra. Torre de las Damas.
Granada. Ventana del Generalife con la Alhambra al fondo,
Ayer, 27 de mayo de 2019, decidí, siete años después, acudir al Curso de De Vuelta Con el Cuaderno, el undécimo que organiza La Escuela de Arte de Zaragoza, con Clara Marta Moreno a la cabeza.
Por si alguien no lo conoce, De Vuelta con el Cuaderno es un grupo, una asociación de personas en torno al Dibujo de Cuadernos que nació en torno a Clara Marta y a la Escuela de Arte de Zaragoza cuando esto del cuadernillo y los Urban Sketchers comenzaba a desarrollarse. Desde entonces, cada año han organizado unas jornadas para promover y compartir sus inquietudes en torno al dibujo. Sus actividades y los dibujos de sus asociados los pueden seguir en su blog, «De vuelta con el cuaderno».
Me animé a inscribirme tras una conversación en grupo tras el último encuentro de Urban Sketchers Gran Canaria, recordando mi experiencia en 2012, y valorando que este año se celebra en Calatayud y se dedica a «Las Lecciones del Dibujo».
Por ello hoy decidí actualizar mi entrada de 2012, que tras mi borrado de archivos de Flickr había perdido sus imágenes y sus vídeos.
Releerla me recuerda la locura que fue aquel curso para mí, donde conocí, aunque fuese por cortos instantes a destacados cuadernistas cuyos dibujos sigo disfrutando años después, y aunque en modo alguno pude seguir su ritmo frenético de dibujo, sí que aprendí mucho de aquella experiencia, e incluso me atreví unos años más tarde a reinterpretar imágenes de aquellos días, como a Luis Ruiz Padrón dibujando junto a otros asistentes a aquel curso:
También puedo así recordar ahora mis dibujos de aquellos intensos momentos de dibujo grupal:
La foto final del curso la vi a distancia, desde fuera, fotografiando al grupo sin estar en él:
Animación con las fotos finales de grupo de De Vuelta con el Cuaderno 2012
Por ello para mí no cabe duda que mis mejores momentos en Zaragoza fueron aquellos donde mi tensión del curso se liberó y pudimos cenar y hablar en grupo con Clara Marta, Gerard Michel (ay… mi pobre conocimiento de idiomas…) Patricia Torres, Úrsula Fernández, Luis Ruiz, Sagar, Rosa de Trías y tantos más.
Cena final en De Vuelta con el Cuaderno 2012
Porque al final lo que queda es lo que aprendes y las personas que conoces:
Foto final con Patrizia Torres, de USK Málaga
En fin, no sé lo que me deparará esta edición en Calatayud, pero observaré, conoceré y aprenderé sin duda.
Y copio aquí mi post original, que publiqué el 7 de julio de 2012, pocos días después de regresar de Zaragoza:
Pues sí, ya estoy yo también aquí, «de vuelta con mi cuaderno».
He estado en Zaragoza, en el «IV De vuelta con el cuaderno», en el curso «Arquitectura en cuaderno.
«De vuelta con el cuaderno» es un curso, pero es algo más, es una iniciativa de Clara Marta, de Ana García de Pablo y de centenares de dibujantes de cuadernos, que comenzó hace cuatro años en Jaca, en un curso de verano de la Universidad de Zaragoza y que este año, con dificultades y sudores ha llegado a su cuarta edición.
Lo mejor para conocerlo es pasarse por su prolífico (2.577 entradas en cuatro años) y y colectivo (430 autores) blog «De vuelta por el cuaderno». Allí explican su historia y cada dibujante expone lo suyo. No sé ahora si yo podré hacerme un hueco en semejante olimpo, y por eso redacto y comparto primero mis impresiones aquí.
Hace tiempo tenía interés en acudir a un curso práctico, activo, artístico y de alto nivel. Lo primero que hice fue apreciar de cerca los cuadernos de quien había visto a través de internet: sus líneas, sus colores y hasta poder hojear los cuadernos de Gerard Michel o Luis Ruiz, dibujantes que admiro, ya justifican para mí el asistir a un curso como este.
Pero decía que este era un curso práctico, activo y artístico y este lo ha sido. Lo primero que te dan es un cuaderno. Y al final se exponen. Un cuaderno de estilo japonés, de fuelle, hecho a mano, y que sinceramente fue lo que menos me gustó, aunque reconozco que es el mejor método para exponer de un sólo vistazo el trabajo de estos días. Es sin embargo un sistema que mantiene los errores, que sigue un orden de lectura, que condiciona mucho. Pasé dos días dibujando en mis hojas sueltas en mi moleskine artesanal, sin atreverme a hacer una sola línea en él. Incluso estuve tentado a regalarlo, viendo con qué rapidez agotaban las hojas de los suyos mis compañeros y compañeras de curso.
Ver reunidos casi un centenar de dibujantes de muy diferente formación, estilo y procedencia, ponerlos a dibujar y observar como resuelven los mismos temas, como observan, miden, colorean, presentan, es para mí todo un gozo, casi cercano a la irritación visual, de tanto mirar y comparar.
En algunos casos, como en las comidas, a la contaminación auditiva que padecemos en España en cualquier restaurante, se unía la enorme actividad gráfica en cada mesa, en cada cuaderno. No sólo durante el curso, sino fuera de su horario podías encontrar docenas de personas que con su pluma o pincel se paraban en cualquier momento a representar este o aquel rincón o detalle
Asistir además a conferencias o a clases prácticas o simplemente preguntar o ver a un compañero cómo llena su cuaderno es una suerte que sólo mi timidez o mi soberbia han impedido aprovechar mejor. Clases como las de Gerard Michel, traducido por Lapin (ese francés mío de bachillerato que no he llegado a desarrollar, otra tarea pendiente… París o Clermont Ferrand me esperan…) donde sólo ver el proceso era una gozada:
Uno, tras ver líneas claras, colores valientes, retratos rápidos, perspectivas arriesgadas y panorámicas inmensas se siente un aprendiz, un ignorante un niño de trazo tembloroso y esquivo, susceptible a cualquier crítica, sensible a mis carencias, a mi lentitud, a mi cansancio… y dibuja… lo que puede, que siempre le parece poco… y malo:
El último día tracé con mi pluma una línea continua atravesando todas las hojas de mi cuaderno japonés, para romper así su insultante blancura. Mi cuaderno era así un metro de papel surcado por una línea. Y dibujé así esa mañana algo en él. Después casi no me atreví a incluirme en la foto final. Desde lejos, saqué fotos y vídeos de mis orgullosos compañeros de curso, posando con sus hermosos cuadernos terminados:
Esa misma tarde,antes de la exposición final le pedí a mi reciente amiga Úrsula (no se pierdan ver su cuaderno y dibujos en Flickr) una barra de pegamento, y fui pegando los pocos dibujos que conseguí reunir, y me atreví, aunque, eso sí, con mi moral por los suelos, a colgar allí mi cuaderno:
El curso, aparte de mis dibujos, mejores o peores, y de lo aprendido, más o menos, tuvo una parte humana muy importante. Conocer, poner cara voz y manos a quienes no conocía más que por sus dibujos tiene un valor extraordinario. Se trata de un grupo de personas que se han estado viendo en distintos encuentros estos años, que se conocen, se influyen, se admiran y también, porque somos humanos, lo contrario a veces, y eso es de un valor extraordinario. Viajar, convivir, comer, hablar y hasta ver la Eurocopa juntos, o separados, tiene un valor añadido. Hasta la última cena en Zaragoza, las últimas copas, la charla en mi pésimo francés con Gerard Michel, … Clara, Luis, Lorenzo, José María, Ana, Marga, Úrsula, Javier, Jose, Rosa, Anais, Marisa, Rincón, Patrizia, Fernando, Inma, Celia, Aurora, Cristina, Edurne… me olvidaré de más… son muchos, muchas, casi un centenar, no a todos los conocí, ni pude hablar, los dibujantes somos así, callados y tímidos… pero todo, hasta la caminata final hasta el hotel, todo eso forma parte de ese cuaderno inexistente que empezaré a dibujar en cuanto me recupere.
Porque, entre asombrado, emocionado, agotado, y bañado en humildad he regresado a Las Palmas de Gran Canaria, donde por ahora tan pocos dibujantes urbanos encuentro. La semana que viene he convocado un encuentro. Estarán cerca de Las Palmas algunos que conocí en Zaragoza, como Javier o Gemma, y puede que coincida con ellos, quizás no, quizás estemos dibujando en esquinas opuestas del mundo o del tiempo, pero, aún así, yo seguiré dibujando, a mi ritmo, a mi estilo, a mi tamaño, casi miniaturas…
«Palabras al Vuelo» es el nombre del Festival del cuento contado de Lanzarote que ya va por su sexta edición. En este tiempo lo he llamado «palabras al viento», «palabras al cielo», «palabras al aire», «palabras al mar» y de muchas maneras más.
Por la cercanía geográfica y sentimental a Lanzarote y al mundo de los cuentos y la ilustración llevaba cinco años sintiendo curiosidad y envidia. Este año, por circunstancias que en otro post quizás sepa explicar, me pude acercar y aunque fueron apenas dos días, la experiencia, ayudado por la compañía de los urban sketchers (dibujantes urbanos ) de Lanzarote, mereció mucho la pena.
Ya visitar la isla de Lanzarote fuera del periodo de verano en que suelo visitarla merece mucho la pena. Pasear por Arrecife sin prisas y con tiempo fresco, donde sólo suelo acudir en julio o agosto a hacer compras bajo un calor sofocante y permaneciendo el menor tiempo posible, también.
El viaje comenzó con un mini curso de ilustración, «Relatos de acuarela» impartido por Karina Cocq, ilustradora chilena, en la Sala el Quirófano de Arrecife.
Cuatro horas no son muchas para un dibujante lento como yo. Aún así, poder observar su proceso de trabajo, sus cuadernos de ideas y dibujos, intentar seguir la dinámica de un cuento limitado a dos palabras y dos colores al azar me gustó.
Al día siguiente, por la mañana, un paseo matinal me descubrió Arrecife y Playa Honda como no las recordaba, y evidentemente, había que dibujarlas:
Y por la tarde, con mi amiga, anfitriona y dibujante Eva de Urioste visité la exposición de Karina Cocq en la Escuela Pancho Lasso de Arrecife. Resultó muy interesante ver sus ilustraciones terminadas y el proceso, por ejemplo del cartel de esta edición de Palabras al Vuelo.
A continuación, en Arrecife, si atardece, es un paseo casi obligatorio pasar por el Charco de San Ginés, que con suerte siempre nos regalará algo:
Y así llegamos a la Recova municipal de Arrecife, junto a la Iglesia de San Ginés. Allí asistí al espectáculo «Planeta Cuento», Acompañado de Eva y de un numeroso grupo de dibujantes del grupo Urban Sketchers de Lanzarote. No conocía el sitio ni había asistido nunca a un espectáculo de tan numerosos y variados cuentacuentos en orígenes y estilos, y además la organización, encabezada por Cristina Temprano, también dibujante, nos reservaba allí un lugar de honor, muy cerca del escenario.
El relato de lo sucedido allí lo cuentan en el mismo blog de Palabras al vuelo con el título «¡Arriba las palabras!».
«Arriba las palabras, … abajo los dibujantes» comenté yo en Facebook, porque abajo estuvimos, pluma y libreta en mano, intentando captar, cada uno a nuestro estilo, luchando con las luces y la oscuridad, las palabras y las ideas, las líneas y colores, aquellas historias que nos iban contando aquella noche.
El resumen gráfico de lo sucedido bien podría ser el dibujo mío que encabeza este post, aunque hasta cinco dibujos fui capaz de hacer aquella noche de viernes.
Pero igualmente cualquiera de los dibujos de quienes me acompañaron aquella noche dibujando serviría para reflejar la chispa de aquellas palabras que volaron por el escenario:
Lanzarote me despidió al día siguiente con un luminoso día y una excursión a las Salinas del Janubio que no pude dejar de dibujar, y que bien podrían ser objeto de otros miles de cuentos aún por contar.
Y volver sobrevolando la hilera de volcanes como palabras de lava fue un premio añadido a un viaje corto, pero muy valioso. Gracias, Eva. Gracias, Lanzarote.
Si la buscan por lugares, deberán buscar «París», de donde son mis primeros dibujos, de 1994.
Como la web funciona un poco lenta he decidido publicar el vídeo en Youtube y añadir aquí la información (limitada en palabras) que añadí a mi proyecto:
Mi historia empieza en París, sigue en Lisboa, Barcelona, Madrid, Granada, Londres, Florencia, Las Palmas de Gran Canaria… Podría añadir más lugares, Atenas, Sevilla, Edimburgo, Amsterdam, Bruselas, Roma… mi historia es un viaje en dibujos.
Viajar con un cuaderno, una pluma, un lápiz. Pararse en un lugar. Dibujar. Llevarse ese tesoro dibujado para casa. Hojearlo pasados unos meses, años. Y recordar. Cuando nací, Europa eran fronteras, eran diferencias, eran idiomas, eran sobre todo ciudades, personas e Historia.
Tuve suerte. Viajé desde mi adolescencia. Primero Roma, París, Bruselas, Amsterdam. Viajes cortos, pero que me mostraron otro mundo, otras culturas. No conservo dibujos de entonces. Luego vine a Canarias. Cada viaje era algo más largo. Y vino Atenas. Lisboa. De nuevo París. De ahí es mi primer dibujo. De nuevo Lisboa, cercana, y a veces olvidada, y mis pasos por Barcelona, Madrid, Granada, Málaga, Barcelona, Londres con mis familia, Florencia y Pisa este último verano. Y los retornos a Las Palmas de Gran Canaria, que es Europa.
Siempre alguna libreta, un momento viendo pasar la gente, llenándome del aire, escuchando las voces, esperando. A veces nervioso, a veces cansado, muchas veces relajado, mientras intento robar un minuto, un paisaje un momento, para llevármelo, como un tesoro, en mi cuaderno de dibujo.
Europa son historias, es Historia, son personas, son miradas, son encuentros, y Cultura, y algo común en todas esas diferencias, algo que te hace superar idiomas, distancias, asombros y sabores, y te lleva en un viaje distinto cada vez que en tu maleta descubres tu libreta, la hojeas, paseando por tus dibujos y planeas cuál será tu próximo viaje por Europa.
Travel with a notebook, a pen, a pencil. Draw. Take that treasure drawn home. After a few months, years, remember. When I was born, Europe was borders, they were differences, they were languages, they were mainly cities, people and History…
Voyager avec un carnet de croquis, un stylo, un crayon. Dessiner. Amener un trésor à votre maison. Après quelques mois, des années, rappelez-vous. Quand je suis né, l’Europe étaient les frontières des différences, étaient langues, étaient pour la plupart, des villes, les gens et l’histoire…
Hace unos 40 años estuve en Florencia. Tenía menos de 18 años, fui acompañando a mi abuela y apenas fue una visita rápida, un día de viaje desde Roma, pero creo haber podido ver bastante y mi impresión, hoy lejana, mezcla muchos recuerdos.
En agosto pasado, en 2016, visité de nuevo Florencia. Esta vez estuvimos una semana y nos acercamos a Pisa, Siena y Fiesole. En ese tiempo hice una veintena de dibujos, más de 1400 fotos y casi diez kilómetros a pie diarios.
Mucho calor, mucha gente y muchas ganas de verlo todo no dejan demasiado tiempo para dibujar, pero aún así, en cada intento dejé un poquito el tiempo congelado para intentar atrapar algo de lo que veía.
Mucho quedó pendiente, pero, si vuelvo a tardar otros 40 años en volver, me temo que tendré que conformarme con estos dibujos. Desde luego que si volviese habría errores que no cometería, pues Florencia, que en algunos aspectos me recordó a Granada, puede ser muy incómoda, inhóspita y difícil.
Por eso, los mejores momentos que me regaló fueron los amaneceres y noches, cuando de alguna manera, la ciudad se vaciaba y el aire circulaba por las calles donde caminaron hace muchos años personajes históricos, como Leonardo, Miguel Ángel o Botticelli.
Comparto aquí algunos de mis dibujos, tal cual salieron de mis manos, confiando que sepan agradecer y comunicar su uso.
En Agosto de 2016, mientras caminaba por Florencia, madrugando para sacar fotos con tranquilidad, me crucé con el coche de Google Earth. Me apresuré a sacarle un par de fotos.
Lo que no sabía es que, pasados unos meses, repasando el viaje a Florencia, en la Vía Por Santa Marta encontraría mi foto sacando la foto con mi móvil en Google Earth: