Conversaciones y dibujo – Premio Formentor

Me decía el escritor Alexis Ravelo el sábado pasado: “mañana tendremos resaca”. Resaca literaria. Y resaca climática. Algo de esa resaca tuve este lunes, cuando después de tanto tiempo sin pasar por aquí, me puse a escribir estas palabras.

El Premio Formentor

Me enteré apenas unos días antes de la entrega del Premio Formentor en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, y de sus conversaciones literarias, por un correo de la Librería Canaima, donde tienen (iba a escribir “venden”, pero quizás eso sea excesivamente optimista) algunos ejemplares de mi libro “Sin presiones”.

Quizás fuese por mi primer libro, por sentirme de algún modo escritor, porque fuese la propia librería la que me informase, lo cierto es que busqué en su web y comprobé que las inscripciones… estaban cerradas.

Aún así me atreví a escribir a la Fundación, mostrando mi interés, mi arte dibujando, y que me gustaría acudir a ver esas conversaciones. No sé si fue la tormenta tropical que se avecinaba, o la amabilidad de quien me leyó, pero recibí un correo indicándome que las inscripciones se habían abierto de nuevo, procedí pues a inscribirme, y fui admitido.

El viernes no fui a la entrega del Premio Formentor a Liudmila Ulítskaya. Pensé que me sentiría fuera de lugar e incluso me planteé entonces si no era pretencioso o incluso peligroso (ya se anunciaban fuertes lluvias y hasta se suspendían actividades de todo tipo en Canarias) por mi parte asistir a las Conversaciones Literarias del premio. ¿Qué haría yo en medio de tanto literato?

Pero la lluvia también me lo puso fácil también, en cierto modo. Cuando desperté el sábado la lluvia era continua pero no había viento ni era excesivamente fuerte. No había muchas alternativas para un día gris y lluvioso, debo confesar, así que el clima se alió contra mi timidez e inseguridad.

Cogí mi paraguas, chubasquero, mi “totebag” de la Feria del Libro de Madrid, un par de cuadernos, rotuladores y acuarelas, y hasta las gafas de sol, que uno no descarta nunca el optimismo en esta isla, y caminé bajo la lluvia los 20 minutos que separan mi casa del Hotel Santa Catalina, donde se realizaba el evento. Allí comenzó mi primera velada literaria.

Sábado, 24 de septiembre. Mañana:

Llegué al gran salón Palmera del hotel, decorado con las pinturas de Pepe Dámaso, donde se celebraban las conversaciones, aún con las dudas de si se suspendería el acto. Intenté identificarme, pero no hizo falta, me preguntaron si era periodista, quizás por mi aspecto, vaquero, camiseta, pelo largo y una bolsa llena… de trastos. Lo negué casi como San Pedro negó a Jesús, y me senté, como buen zurdo, a la izquierda de la sala, casi donde la mesa de los técnicos de sonido y vídeo.

La primera conversación, o “mesa”, como luego la llamaron, fue “Sobre Liudmila Ulítskaya”. Hablaron de ella profesores, escritores, traductores, su editor y el presidente del jurado del premio.

Conocí detalles sobre ella, sobre su vida, sus libros, me atreví incluso a tomar notas escritas, sus referencias a Pasternak, a esos “hilos invisibles interconectados”, que me hicieron pensar en su formación como genetista, y cómo influyen en nosotros las diversas capas de vida. 

La referencia de Basilio Baltasar, presidente del premio, a quien luego conocí, al puritanismo que nos invade, y más sabiendo estos días el resultado de las elecciones en Italia, las movilizaciones de mujeres en Irán, o la represión en Rusia, me resulta en estos tiempos muy pertinente. No sé por qué la crisis, el puritanismo, las guerras, me hace pensar que podemos estar condenados a repetir, si no ponemos remedio, lo peor del siglo XX.

Ante tanta reflexión me puse a dibujar. Abrí mi cuaderno de Rustika, que precisamente se titula “La emoción de escribir”:

Cuaderno Rustika «La emoción de escribir»

No es mi mejor cuaderno para pintar con acuarela, pero las citas que lo acompañan a veces me golpean, y en este caso parece que adivinaran qué estaba dibujando, ese gran salón donde se desarrollarían las conversaciones . Iré transcribiendo las citas, como esta primera de  George Bernard Shaw:

“ Las ideas son como las pulgas, saltan de unos a otros, pero no pican a todos”.

«Sobre Liudmila Ulítskaya», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Aún me dio tiempo a un segundo dibujo, a vuela pluma, en la intervención de Marta Rebón, traductora y escritora (¿no son la misma cosa?) que nos recordó al recientemente fallecido Javier Marías y sus traducciones. Muchos escritores/as, y grandes, tradujeron, y mucho. Y la libreta llevaba otra cita, esta de Jean Paul Sartre nada menos:

“Lo importante no es lo que hicieron de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con eso que hicieron de nosotros.”

«Sobre Liudmila Ulítskaya», Conversaciones Literarias – P. Formentor

Y pensé entonces en mis propias y osadas traducciones de vídeos de TED, (Ken Robinson, Scott McCloud, David Macaulay, …) más llevado por la admiración que por la habilidad, y afortunadamente ayudado de personas más dotadas que yo para el idioma inglés, revisadas a su vez por el equipo de TED. Admiración y amor por una obra o un autor. A veces son motores de obras, y de vidas.

En el descanso alcancé a ver caras conocidas, escritores de aquí, como Elsa López o Alexis Ravelo, y otras que no alcanzaba a recordar de qué las conocía. Revisé la exposición de portadas de otros premios, encabezadas por fotos icónicas, como de la de esta edición, que dibujé rápidamente, junto a una cita de Kant:

«La paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte.»

Sátiros, pícaros y mangantes», portada de las Conversaciones Literarias – Premio Formentor

La segunda mesa se titulaba “Pícaros”, y ya entraba directamente en el desarrollo de las conversaciones, que básicamente se parecía a un club de lectura, cada uno, y allí había nombres conocidos para mí, como Lucía Lijtmaer, Elsa López o Fernando Delgado, hablaba de un libro desde su perspectiva y así íbamos saltando de Patricia Highsmith a Harry, pasando por Emmanuel Carrère. Me atreví entonces a dibujar ya en mi pequeño cuaderno de acuarela una panorámica de toda la sala:

«Pícaros». Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Y con ello terminó para mí aquella mañana, así que regresé a casa, lloviendo suave y con mi paraguas, con cuatro dibujos, y muchas ideas y libros en mi cabeza.

Sábado, 24 de septiembre. Tarde:

Volví a bajar al Hotel Santa Catalina para la jornada de tarde. 

La vida te muestra esos hilos invisibles. Al bajar por la misma calle que por la mañana vi la enorme rama de un árbol desprendida sobre un coche, en la acera. Le hice una foto. Por esa misma acera había pasado yo esa mañana, con mi paraguas. “La vida también es suerte”, escribí en mi Instagram y Twitter, junto a aquella foto.

Así que, quizás reconfortado por mi buena suerte, lo primero que hice al llegar al salón Palmera fue vencer mi timidez, acercarme a Alexis Ravelo y regalarle mi libro “Sin presiones”, dedicado. 

«Sin presiones», Canarias dibujada. Portada de mi libro

A Alexis Ravelo lo conocí, como muchos, en las veladas nocturnas del pub Cuasquías en unos tiempos ya muy lejanos. Mientras algunoss ahogábamos penas y reflotábamos alegrías, Alexis nos servía copas y nos decía, casi como un secreto, que aquello era temporal, que él lo que iba a ser era escritor.

Tuvo que ser muy duro para Alexis en esta ciudad de provincias, y alguna vez hasta pensé si no cogería el petate, y como Pérez Galdós, cruzaría el mar para hacerse una carrera literaria. No sé si llegó a hacerlo, porque le perdí la pista, pero cierto es que lo consiguió, comencé a saber de él a través de sus libros, premios y éxitos, y ahí está, donde él quería, o sabía, que estaría: ESCRITOR, con mayúsculas, con todas sus letras.

Otros, como yo, menos seguros, más temerosos, quizás de menor talento o constancia, guardamos nuestros dibujos, cómics, cuartillas escritas, para cuando… “pudiera ser”.

Por eso, aparte de a mi padre, que siempre quiso escribir un libro y no pudo, y a mi familia, si a alguien le quería ofrecer mi primer libro, era a Alexis, ejemplo y modelo para mí. Él, muy amablemente, me lo aceptó y por la noche, en su Instagram me agradeció el detalle.

Ya sentado, tras ese momento algo nervioso para mí, comenzó la tercera mesa de las Conversaciones se llamaba “Sátiros”. Debo decir que a esas horas de la tarde, o bien se moderaron los conversadores, o bien la crítica literaria rebaja mucho el punto de picante de las charlas. También que para mí la palabra sátiro no sé si se refiere al instinto procaz o a lo satírico. Entre los conversadores, Gonzalo García Pelayo, cuyo relato y trayectoria cultural me asombraron. Lo de proyectar sus películas X en el Reina Sofía porque no hay donde proyectarlas aún me tiene pensando… ante ello no tomé notas, sino que dibujé, en tinta verde a los conversadores:

«Sátiros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Luego, ya en la intervención de Raquel Taranilla, a la que el día siguiente llegué a conocer, en torno a Thomas Pynchon y su “obscena” “El arco iris de gravedad”, me atreví a dibujar su retrato rápido y el de de sus compañeros de mesa, acompañados de la frase de Mark Twain:

“Un hombre con  una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.”

«Sátiros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

La cuarta mesa se llamó “Mangantes”, y allí ya se notaron las ausencias, seguramente motivadas por la lluvia de esa tormenta “Hermine”, ( «Hermione«, me dio por pensar alguna vez, llevándome a la magia y a lo literario) que no paraba de caer. Me encontré allí con la sorpresa de una novela gráfica, “Túneles”, de Rutu Modan, comentada por Ana Merino, o la emocionada y musical descripción de Xavier Güell de la difícil vida de Shostakóvich en la rusia estalinista, que me llevó de nuevo a Liudmila Ulítskaya, a la guerra de Ucrania y a las protestas actuales en Rusia, a los totalitarismos y el arte, en definitiva.

Dibujé el momento de la intervención de Ana Merino:

«Mangantes», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Terminó allí mi lluviosa, en ambos sentidos, de agua y de ideas, jornada del sábado con otro dibujo más, que dejaré para el final de esta, quizás, ya larga crónica.

Domingo, 25 de septiembre. Mañana:

El domingo seguía lloviendo, es más, era el día para para el que se anunciaron peores previsiones, así que, con cierta prevención, y el sentimiento de estar haciendo algo casi prohibido, de acercarme a un cenáculo, o a un encuentro secreto, me encaminé esa mañana al Hotel Santa Catalina. Saber que Alexis Ravelo, al que agradecía las palabras del día anterior, estaría en la primera mesa de la mañana, también ayudó a decidirme. 

Bajé pues, con mi paraguas en mano, con más precaución ante árboles, muros, charcos y escorrentías, hasta llegar al hotel y al Salón Palmera de nuevo. Me coloqué esta vez al lado derecho de la sala, como los técnicos de sonido y vídeo, trasladados seguramente porque el agua de la lluvia azotaba las cristaleras de la izquierda y amenazaba con entrar, como al parecer pasó más adelante.

La quinta mesa se titulaba “Embusteros”. Estaban en ella, entre otros, Alexis Ravelo, y Lola Pons, a la que dibujé rápidamente, junto a una silla vacía, antes de comenzar la conversación, acompañada de una frase de Jean De La Fontaine, que quizás resuma mis pensamientos ese día:

“A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.”

«Embusteros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Una alegre Lola Pons en ese plomizo día de lluvia, a la que conocí en el descanso, como luego relataré, y un muy gallego Juan Tallón, a quien dibujé en su intervención:

«Embusteros», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Antes del descanso, Elide Pitarello, profesora emérita de literatura española, que había intervenido en la primera mesa del sábado, subió al estrado para leer, muy emocionada, unas palabras del recientemente fallecido Javier Marías, de su libro «Miramientos», precisamente unas en las que escribía su autorretrato, describiéndose, entre la exactitud visual, la impiedad y la ironía, a través de fotos suyas que aparecían en su libro, y que nos fue mostrando durante su lectura.

Y llegó el momento del descanso, del café, que yo sustituí por un zumo y algún dulce ante la larga cola de ávidos cafeteros tras tanta conversación. Ya algo de agua había entrado en el salón y grandes paños se colocaron en el suelo a modo de alfombra para absorber el agua y evitar peligrosos resbalones o incómodos salpicaduras en los zapatos.

Fue el momento de visitar los libros puestos a la venta allí por Librería Canaima ( y agradezco así aquí su presencia esos días, hablar de libros sin poder verlos, hojearlos, comprarlos, olerlos, habría resultado muy extraño). Evidentemente era difícil decidir ante la cantidad y variedad, pero yo me decidí por tres, “La leyenda del santo bebedor”, de Joseph Roth, recomendada por una abstemia Elsa López, “Ofendiditos” de Lucía Lijtmaer, de quien he escuchado alguno de sus podcast, y “Los días de mercurio”, de mi amigo Alexis Ravelo. Junto a las revistas que esos días distribuyeron y mis dibujos, pasaron a formar parte de lo que yo llamé “mi botín” de estas conversaciones:

Mi «botín»

Pretendía yo arrancar a Alexis una firma a bocajarro como mandaría uno de sus libros, y estaba en esa siempre difícil tarea para un tímido de acercarme a un escritor en su momento de descanso y rodeado de gente, así que decidí usar mi cuaderno de dibujos como arma/excusa para acercarme a él, y en ese momento se nos acercó una alegre Lola Pons diciéndome “tú eres el dibujante…” (o algo así, déjenme que sea este un relato muy libre, quizás pícaro y mentiroso de lo sucedido). Lo que luego siguió fue un recorrido casi de la mano de Lola mostrando mis dibujos a quien los quiso o pudo ver, Raquel Taranilla, Juan Tallón,… 

Lola incluso me llevó, con bendita insistencia, ante el mismísimo Basilio Baltasar, presidente de la Fundación Formentor, evidentemente ocupado, pero que finalmente pudo ver y admirarse, doy fe, de mis dibujos, y hasta pedírmelos para la Fundación, lo que prometí hacer, aunque previamente me puse como tarea, para evadir el olvido, el escribir estas palabras, que ya acaban, lo aseguro, y mostrar lo que vi, escuché y me empapó, física y literariamente, durante y después de esas jornadas. La locura, timidez o aventura del momento fue captada en una foto que la propia Lola me envió después:

PVil muestra sus dibujos

Pude después acercarme de nuevo a Alexis para que me firmase su libro. Alcancé a desearle que disfrutarse mucho con el mío y repetirle lo que ya he repetido en mis tres presentaciones, que cada dibujo de mi libro es un momento feliz en Canarias, que no puedo dibujar ni triste ni irritado, y eso me hizo pensar en que estas Conversaciones eran también un momento feliz para mí. Al leer su dedicatoria me encontré con su frase, “que reproducen el mundo haciéndolo más bello”, y en ese estado, entre arrobado, feliz e inquieto, volví a entrar en el Salón para la última sesión.

La sexta y última mesa se llamó “Bribones”. En ella estaba, entre otros, Basilio Baltasar, al que acababa de conocer, y Liudmila Ulítskaya, la premiada y homenajeada en este Premio Formentor. Fue una mesa variada, con la reivindicación de Flaubert y el francés por José Enrique Ruiz-Domènec y hasta del ruso, dificilísimo de asimilar, en las palabras finales de Ulítskaya. Hice entonces mi último dibujo, de toda la mesa, mientras intervenía Laura Fernández hablando de “La conjura de los necios”:

«Bribones», Conversaciones Literarias – Premio Formentor

Ese fue mi último dibujo del día, pero no el último que comparto aquí. Como ya anuncié, el último dibujo del sábado, que comparto ahora, fue el de una silla vacía, que me sirvió para poner la palabra FIN en mis redes sociales, con esa sensación que se me queda cuando he asistido a una buena película, obra de teatro, exposición. Y con una frase de Oscar Wilde, que parece condensar mis pensamientos finales:

“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y, de pronto, toda nuestra vida se condensa en un solo instante.”

No fue el fin para mí de estas jornadas, como no lo fue, por otros motivos, me temo, para muchos de los asistentes de fuera de Gran Canaria, que vieron sus vuelos suspendidos o aplazados, y que confío en que ya estén en sus casas.

Quizás en sus recuerdos añadan a estas conversaciones un epílogo más largo, complejo y cansado de lo esperado. Confío en que no lo asocien a esta isla que ya perdió a Galdós hace siglo y medio, y que quizás más adelante, en alguno de esos más de 300 días soleados al año que tenemos por aquí, nos visiten y conversen de nuevo.

Yo desde luego agradezco mucho su presencia estos días.

A mí aún me quedan lecturas, escrituras como esta que termino aquí, u otras que vendrán, imágenes que compartir, dibujos que hacer, ideas en la cabeza, correos que enviar…

Conversaciones literarias. Hoy compré otro libro, este digital, “En defensa de la conversación: El poder de la conversación en la era digital” de Sherry Turkle. Ojalá defendamos la conversación como lo ha hecho la Fundación Formentor estos lluviosos y complicados días.

Resaca literaria. Y resaca climática. Así empecé este texto. Y aún me queda resaca este miércoles, cuando termino esta crónica, quizás larga, fragmentada, muy parcial, pero para mí muy necesaria.

Gracias por llegar hasta aquí. Les regalo un carrusel final de fotografías de estos días.

Pedro Villarrubia, @PVil

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«Ópera PRIMA» – MI LIBRO: «SIN PRESIONES, CANARIAS DIBUJADA» (2)

En una semana, el próximo jueves 17 de Febrero, a las 19:00 horas, si el tiempo, la salud u otras circunstancias no lo impiden, como dice mi cartel arriba, presentaré mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» en Madrid, en la Librería La Buena Vida, calle Vergara, 5.

Escogí esa librería porque ese rincón de Madrid tan cercano al Teatro Real me trae muy buenos recuerdos, desde los más recientes de mis dibujos de la plaza Ramales, con rodaje con moto incluido, o de la calle Santiago,

Plaza Ramales, Madrid
Calle Santiago, Madrid

Hasta los algo más lejanos cielos de Madrid de hace 10 años desde una sala de ensayos del Teatro Real

Y recuerdos de los aún más lejanos, de mis paseos por Madrid vestido de caqui allá por 1980, mucho más grises que esos cielos, pero igualmente válidos para mí.

La librería se llama «la Buena Vida», y es sabido que no es casualidad, por ser esta la primera película de David Trueba, y preparando la que va a ser la primera presentación de mi primer libro, pensé en verla, porque se puede ver en RTVE Play estos días, y no la vi en su momento, allá por 1996.

Sin embargo, quizás por mi edad, por mi historia personal, esa zona de Madrid me recordó otra primera película muy anterior, «Ópera prima», de su hermano Fernando Trueba, de 1980, ambientada en aquella zona y en aquellos años y que, esta sí, recuerdo haber visto en su momento.

No ha sido fácil encontrar «Ópera prima». No está en plataformas, ni se encuentra en bibliotecas o lugares de préstamo. Hace unos días, tras muchas búsquedas, pude verla online. No me pregunten dónde. Verla me trajo a la memoria el juego de palabras de su título, su cartel sus paralelismos con la película de Woody Allen «Manhattan».

El paralelismo, que entonces me pareció casual, que alguien en la España de aquellos años tuviera vivencias similares a las de los personajes de Allen, no lo fue tanto. Basta ver las fechas de ambas películas, la crítica de trueba a la película de Allen, los personajes de ambas películas. Quizás por eso, pasados los años y con un Óscar en su manos, por su temática y referencias, «Opera Prima» no está entre las favoritas de su director.

Muchas pegas se le pueden poner, es cierto, y sin embargo, al ver en la web de Fernando Trueba un corto vídeo de una escena del rodaje, con Paula Molina abrigada fumando y leyendo, esperando a que Óscar Ladoire repitiese una y otra vez una escena que parece sencilla, la llegada de la calle con una bolsa de la compra, en una buhardilla atestada de técnicos, sin otra mujer que yo vea, con Trueba bostezando de cansancio ante un guión de papel manoseado hasta el exceso, no he podido por menos que pensar en mis modestas experiencias actuales ante la cámara, y el tiempo y paciencia que conlleva rodar aunque sea unos segundos.

Se sorprendía y festejaba en su blog hace unos días mi amigo Íñigo (uno de los 9 dibujante que escriben al comienzo de mi libro) que Trinidad Aguirre publicase su primer (y buen) libro a los 74 años. Mi caso no es muy lejano, al fin y al cabo, pero ya se sabe, el tiempo y los medios no van siempre de acuerdo.

Así que, tenga la edad que yo tenga, puesto que mi libro «Sin presiones, Canarias dibujada» es también mi ópera prima, estar tan cerca de Ópera no me parece un mal comienzo. Y quizás me lleve a otras obras. Sobre Madrid. Sobre Granada. Sobre mí. Ya les contaré.

«Sketchcrawl» en solitario, 9 años después

«Sketchcrawl», para quien no lo sepa, es una maratón de dibujo urbano o «urban sketch» que se realiza en un día señalado, generalmente dibujando un lugar o siguiendo una ruta.

Hay sketchcrawl a nivel mundial que se convocan cada cuatro meses a la vez en distintos lugares del mundo en el foro de la web Sketchcrawl.com. Cada lugar convoca su encuentro y luego publican fotografías de sus dibujos y comentarios en el foro. El pasado 16 de enero se celebró el 70º Sketchecrawl.

Hace 9 años, el 21 de enero de 2012, se convocaba el 34 Sketchcrawl mundial y me pareció entonces buena idea convocar nuestro primer encuentro de urban sketchers en Las Palmas de Gran Canaria con ese motivo. No conocía a nadie personalmente entonces, así que convoqué por Facebook Twitter y en mi blog a quien pudiera estar interesado, convencí a mi hija Irene, 10 añitos entonces, para que me acompañara y hasta elaboré un itinerario por la ciudad con 6 puntos de encuentro y dibujo.

sketchcrawl2012LP6_hoja ruta
34º Sketchcrawl Las Palmas de Gran Canaria – Cartel y Hoja de ruta

El relato de aquella jornada aún se puede leer en este blog, y al haber subido cada foto al blog , las imágenes aún se conservan:

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA – 34 SKETCHCRAWL MUNDIAL – 21 DE ENERO DE 2012

Lo recordé a finales de enero. cuando tuvimos que cancelar el encuentro previsto de Urban Sketchers Gran Canaria, y decidí que si no podíamos dibujar en grupo, podría yo salir y repetir aquella larga jornada de 2012.

Mi interés en comparar el paso de tiempo en la ciudad, las circunstancias de cada momento y el cambio posible en mi manera de ver y representar lo que veo fue otro acicate para hacerlo.

Así que el pasado 24 de enero me fui a la plaza de Santa Ana, y desde el mismo punto en que dibujé en 2012 me puse a dibujar. El día estaba claro y soleado, lo que no recordaba de entonces, el sol me daba en plena cara y puedo decir que pasé bastante calor. Esa no era la única diferencia, también lo era la mascarilla y la soledad:

Quizás por todo ello mi dibujo no pudo ser tan panorámico como el de 2012:

El siguiente punto era la Plaza de Cairasco, y esta vez escogí el punto opuesto a 2012, convenientemente a la sombra la dibujé desde la Alameda de Colón:

Antes de ir al tercer lugar, el Parque San Telmo decídí pasar por un lugar donde pasé muchas horas en los años 80 y 90, el pub Cuasquías, ahora cerrado y en venta, signo de cómo cambian los tiempos. Su letrero, con la A y la S a medio caer, su cierre con el número 83, su fachada antigua y colorista y el letrero de «se vende» daban para mucho pensar… y dibujar:

Caminando por la calle Triana me detuve en otro lugar que tenía muchos recuerdos para mí. Ahora se llama Café Regina, pero en los 80 estaba por allí la Cafetería Triana, donde nos reuníamos algunos fan del cómic y compartíamos ideas, dibujos y proyectos de los que salió aquel fanzine llamado «El Camello». Me senté y dibujé mientras reponía mis fuerzas con una cerveza y un sándwich:

Ya llevaba 4 dibujos y me dirigí al parque San Telmo. En 2012 dibujé a la gente que tomaba el aperitivo en el Quiosco Modernista. Ese día estaba cerrado y sólo estaban allí sus sombrillas cerradas, como extraños monjes blancos:

03. Parque San Telmo (PVillarrubia)

Para el siguiente punto, el Parque Santa Catalina, necesitaba coger la guagua, el bus si no viven aquí, para dibujar la estatua de Lolita Pluma, aquel rincón del parque, y asomando la torre del «hotel AC», que antes tuvo más nombres, «Don Juan», «Los Bardinos»…

No pude estar mucho, el dibujo era complicado, y la zona, dibujando en solitario, no es excesivamente tranquila, así que lo dejé en dibujo solamente.

04. Parque Santa Catalina (PVillarrubia)

En casa, al regreso decidí darle color:

Pero antes, para finalizar el encuentro, debía dirigirme a las Canteras, pero no a la zona más cercana, sino a la Plaza de Saulo Torón, casi al final de la playa, cerca de la Puntilla. Allí, casi al atardecer, hice mi séptimo y último dibujo del día, la playa de las Canteras:

Allí terminó mi larga jornada, y mi foto final con mi dibujo fue muy distinta y más solitaria que la de aquel grupo en 2012. También comprendí lo agotadora que fue y por qué, quizás, en adelante no volvimos a repetir una ruta tan larga y nos conformamos con encuentros de media jornada.

05. Playa de las Canteras - Foto final de Grupo

A mí me sirvió para apreciar las diferencias que marcan esta época, los cambios en mi dibujo para los mismos temas y quizás que me sienta más a gusto dibujando temas distintos, mis dibujos de Cuasquías y del Café Regina estaban más sueltos libres y coloristas. Quizás el recuerdo de lo dibujado entonces me impidió verlos como temas nuevos.

Fue interesante. La ciudad cambia y nosotros con ella. Quizás repita esta experiencia con otros lugares ya dibujados, en grupo o en solitario. Entretanto les dejo con un collage de mis dibujos y un vídeo que resume aquella jornada:

ÍsOlas – Aislados – una propuesta

«…Aún así tengo en mi cabeza una iniciativa que, estando relacionada con el dibujo virtual, puede que me permita variar y divertirme más. Lo comentaré en un próximo post.»

Así terminé mi último post, así que voy a dedicar este a plantear una propuesta que se me ha ocurrido:

Aislamiento -> islas -> ÍsOlas

Para los que vivimos en islas el aislamiento está siempre presente, ya sea por la distancia, la metereología, la lejanía de otra gente, la imposibilidad de romper esa barrera atravesando llanuras o países, si no es por mar, o por avión.

A veces, como sucedió con Gauguin, la isla supone un aislamiento voluntario, un distanciamiento de problemas o de lo que supone lo malo de la «civilización». Quizás por eso, cuando me propuse el dibujo virtual con Google Maps mi primer pensamiento fue precisamente una isla lejana, Islandia.

Mi propuesta es pues:

  • DIBUJAR ISLAS
  • ESCOGER UN ARCHIPIÉLAGO O UN CONJUNTO DE ISLAS CERCANAS.
  • NO DIBUJAR LA MISMA ISLA NI EL MISMO LUGAR.
  • COMPARTIR LO DIBUJADO EN LA RED.

Como prueba, y también porque vivo aquí, yo comenzaría por el archipiélago Canario. Luego podrían ser las islas del caribe, el Pacífico, las de Oceanía, Japón, Filipinas, … dicen que hay 2149 islas en el mundo, y suponen un 6,3% de la superficie del planeta y un 10% de la población mundial. Si quieren una lista de ellas, en la Wikipedia pueden encontrar una:


Mientras, yo he empezado a practicar con Tahití, la isla que escogió Gauguin para aislarse:

USK Virtual – Dibujar por Internet

(Mi post 150 en este blog, Acuarelas y Apuntes»)

El 19 de marzo pasado, una semana ya en confinamiento por coronavirus, se me ocurrió una idea, que como se ve en la imagen, en su momento me pareció algo loca y que comuniqué a los miembros del grupo Urban Sketchers de Gran Canaria y al grupo vecino, Urban Sketchers de Lanzarote:

  • Dibujar sitios remotos a partir de imágenes de Google Maps, que en algunas de ellas, como las de 360º, nos permiten girar la mirada o pasear por la zona escogiendo el lugar que más nos guste dibujar.
  • Comencé este reto proponiendo dibujar Reykiavik, en Islandia, un lugar tan remoto para mí que dudo pueda visitar en persona, y tan distinto y lejos de este encierro que me interesaba dibujar.
  • Antes de empezar, «paseé virtualmente» por Reykiavik, buscando aquellos lugares que me parecieron más «dibujables», copié los enlaces a las imágenes y los compartí con los grupos de Urban Sketchers, marcando una fecha, 20 de marzo y un horario de comienzo para estar de alguna manera «conectados».
  • El resultado, si bien no es como dibujar en la calle, fue bastante positivo. En mi caso quizás la comodidad de mi casa hizo que dedicase a cada lugar más tiempo y más medios de lo que es habitual en nuestros encuentros.

Mis cinco dibujos de Reykiavik me dejaron razonablemente satisfecho. Sin embargo, como ya dije, dediqué a ellos más tiempo y detalles de los que suelo disponer habitualmente, por lo que estuvo entre una sesión de dibujo urbano y otra de acuarela o paisaje en casa.

Mis dibujos de Reykiavik (Islandia)

Fue más positivo para mí poder ver los resultados de otros dibujantes ante el mismo motivo.

Aquellos dibujos los etiquetamos y publicitamos con las etiquetas #USKathome y #USKencasa, como habían hecho otros grupos. Sin embargo pronto me di cuenta de que lo que hicimos no era propiamente «urban sketchers» y por lo tanto no debíamos etiquetarlo así ni compartirlo en nuestro grupo de Facebook, así que creé un grupo que llamé «USK Virtual«, y #USKVirtual es la etiqueta con la que hemos llamado este tipo de encuentros.

Desde entonces hemos dibujado en sitios diversos, como Haarlem en Países Bajos, donde vive Anne Rose Oosterbaan, una artista holandesa que conocí brevemente en nuestro último encuentro de USKGC en Arguineguín y que creó su propio grupo #USKVirtual en Facebook donde ha venido realizando múltiples quedadas virtuales desde entonces (19 hasta ahora y 3 en curso hoy, todo un récord de actividad):

Mis dibujos de Haarlem (Países Bajos)

Yo no he ido a todas, obviamente. Mis siguientes quedadas virtuales fueron en Sydney (Australia):

Mis dibujos de Sidney (Australia)

Mi última visita virtual hasta el momento ha sido a Lisboa (Portugal) a invitación de Patricia Assunçao, amiga y cofundadora de nuestro grupo Urban Sketchers Gran Canaria, por lo que, pese al cansancio de convocatorias tan seguidas, no pude rechazar:

Mis dibujos de Lisboa

En todo abril no he vuelto a hacer otra visita virtual, incluso a lugares como París, Granada o Barcelona en los que hay mucho que dibujar. He descubierto que dibujar lugares que ya «conozco» me produce algo de tristeza, quizás por la imposibilidad de poder estar allí ahora. Y en los que son similares a otros que conozco mi curiosidad no se dispara.

Por otro lado, los factores anteriores, unidos a que los dibujos me supongan tanto esfuerzo o detalle por estar en casa, por tener a mi alcance – o casi – cualquier tipo de material que necesite, el disponer de tiempo de sobra para hacerlos y que de alguna manera sea dibujar «de foto», han hecho que pierda algo de interés en ello.

O quizás, para que negarlo, me cueste seguir el ritmo de otros y me guste, en esta circunstancia forzosa, cambiar de actividad con cierta frecuencia.

Aún así tengo en mi cabeza una iniciativa que, estando relacionada con el dibujo virtual, puede que me permita variar y divertirme más. Lo comentaré en un próximo post.

USKGC – Encuentros en Gran Canaria – 2020 (1)

USKGC es el grupo de Urban Sketchers o dibujantes urbanos de la isla de Gran Canaria al que pertenezco. Estos últimos años venimos organizando encuentros de dibujo en distintos puntos de la isla, como ya he reflejado otras veces en este blog.

USK Gran Canaria – Encuentros en Gran Canaria 2020 (1)

Este trimestre comenzamos en enero nuestros encuentros con una luminosa mañana de dibujo en el entorno del Faro de Maspalomas, al sur de Gran Canaria:

USKGC – Maspalomas, Gran Canaria, 19 de enero de 2020

Nuestra siguiente salida fue a comienzos de febrero, en Valsequillo, pueblo del interior donde dibujamos junto al ayuntamiento y al precioso barranco de San Miguel:

USKGC – Valsequillo, Gran Canaria, 1 de febrero de 2020

Al día siguiente, en Vegueta, el barrio histórico de Las Palmas de Gran Canaria, tuvimos un nuevo encuentro en el que dibujamos en el entorno de la Catedral y de la Casa de Colón:

USKGC – Las Palmas de Gran Canaria, 2 de febrero de 2020

Dos semanas después dibujamos en Firgas, otro pueblo del interior de Gran Canaria, donde dibujamos en el entorno cercano a su iglesia:
USKGC – Firgas, Gran Canaria, 16 de febrero de 2020

En marzo nos reunimos a dibujar en Arguineguín, de nuevo en el sur de Gran Canaria en el pueblo, su playa y el puerto:

USKGC – Arguineguín, Gran Canaria, 7 de marzo de 2020

Estos han sido nuestros encuentros hasta el momento en este complicado 2020. Confío en que los retomemos pronto. En estos días de confinamiento hemos intentado seguir con nuestros dibujos de otra manera. Lo contaré en próximos post.

Dibujar en Granada

Nota previa: tras el desastre de pérdida de fotos en Flickr procedo a reelaborar este blog. Y empiezo con este artículo sobre Granada, porque fue además el último lugar en que estuve este mes, antes de este confinamiento por coronavirus en el que actualmente nos encontramos.

Si para dibujar en Florencia debí esperar 40 años, dibujar en Granada lo hago siempre que voy. Y voy siempre que puedo. Mi madre y parte de mis hermanos están allí, y además, cualquier motivo es bueno para visitar Granada. 

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Granada es una ciudad tan dibujable como Florencia y, salvo la sobrecargada Alhambra y también sus numerosos bares, mucho más tranquila y con muchos rincones donde pararse a mirar y dibujar. Cuenta con colinas como las del Albaycín y la Alhambra desde las que divisar la ciudad y la Vega, que es como un mar interior aún lleno de verdor.

Desde que de adolescente me trasladé con mi familia allí a vivir y a estudiar, Granada ha sido uno de mis lugares preferidos para dibujar. Allí aprendí a dibujar en carboncillo en la Escuela de Artes y Oficios, preparándome para carreras como Arquitectura o Bellas Artes que entonces no había en Granada, sólo en Sevilla, Madrid… y que nunca llegué a cursar.

Ya dibujaba en la calle cuando no se sabía qué eran los Urban Sketchers y admiraba los cuadernos de viaje o bocetos y pinturas de Granada de artistas como Roberts, Fortuny o Sorolla. No conservo ya aquellos viejos dibujos de cuando pasear por la Alhambra y sus jardines (a mediados de los años 70) era una aventura romántica para un dibujante adolescente y aún era algo que se podía disfrutar casi en soledad y tranquilidad y sin seguir rutas establecidas.

Granada es para mí la ciudad del eterno retorno. Sí conservo aún dibujos de hace casi 25 años y resulta curioso para mí regresar a los mismos sitios, y apreciar los cambios, no sólo de la ciudad, de la época del año o de la gente, sino de uno mismo a la hora de mirar y dibujar, o si le dedicas más o menos tiempo. Esta Navidad regresé otra vez y con una pluma con tinta sepia dibujé la Alhambra, la Puerta del Vino,… los pongo al lado para apreciar las posibles diferencias:

Otro lugar donde me gusta pararme a dibujar en Granada, y más cercano a casa de mis padres, es el río Genil y cualquiera de sus puentes, y el Paseo de la Bomba con su ancha rambla, sus exagerados y señoriales chalets y su antigua biblioteca, donde devoré de joven los libros de Herman Hesse o de Mark Twain.

Fuente de las Titas 2013
Biblioteca Municipal
Biblioteca Municipal del Salón

Añado algunos dibujos y podría poner muchos más de Granada, pero no quiero alargar más este post. Si tienen tiempo y ganas pueden pasar por mi algo desordenada cuenta en Instagram @pvil, donde voy compartiendo mis dibujos, fotografías e historias según los momentos.

Alhambra. Torre de las Damas.
Granada. Ventana del Generalife con la Alhambra al fondo,
Generalife. La acequia.
Granada. Albaicín desde la Cuesta de los Chinos.
Granada. Río Darro.
Granada. Palacio de Alcázar Gentil.

Urban Sketchers Gran Canaria – Encuentro en la playa de las Canteras

El pasado martes 20 nos reunimos en la Playa de Las Canteras, junto al Auditorio Alfredo Kraus, diez dibujantes. No solemos reunirnos en este mes de agosto, pero la visita de tres dibujantes de fuera, Pedro, de Barcelona, José Manuel de Málaga y Yeray, de Madrid (que al final no pudo asistir) nos animaron a ello. Y el encuentro, como otros, fue especial e inolvidable.

El sitio para quedar fue ante el Auditorio, y mi idea era caminar desde allí hasta la estatua del Atlante, en el Rincón y volver, captando las vistas de la ciudad de Las Palmas desde el paseo. Un «sketchwalk», como bien dijeron algunos, pues hay más o menos una media hora hasta el mirador del Atlante y otro tanto de vuelta.

Para dar tiempo y decidir si emprender la caminata, decidimos hacer nuestro primer dibujo junto al Auditorio. Cada uno buscó un lugar. Yo, que he dibujado muchas veces Las Canteras, subí donde está la pasarela del Auditorio, donde suelen sacarse fotografías los turistas. Desde allí veía a algunos de mis compañeros dibujantes junto al paseo y la concurrida playa de las Canteras:

Pero lo que yo quería dibujar desde allí era el perfil cambiante de la ciudad, eso que llaman «skyline», y que en Las Palmas de Gran Canaria lo determina su vista desde la playa de las Canteras, con el perfil de la Isleta y los edificios altos que asoman tras los edificios aterrazados de primera línea de la playa.

El «Skyline» de Las Palmas ha estado además estos días teñido de color y movimiento, no sólo por las habituales nubes y eventuales pájaros, sino por el ruidoso y colorido vuelo de los hidroaviones que ayudaban a apagar el incendio forestal de Gran Canaria:

Reunidos de nuevo a los pies del Auditorio nos tomamos la foto que encabeza este artículo y fotografiamos también nuestros cuadernos:

Y decidimos caminar hasta el mirador del Atlante. A mí me gustan esos paseos, dan pie a la conversación, ampliándole la visión, y en este caso, nos alejaban de la ciudad y nos acercaban al acantilado del Rincón, que muestra la historia geológica de las islas y a las peñas bajo el Atlante, que nos muestran la fuerza del mar y aquella estatua me recuerda aquella época que llamamos «transición democrática», donde un rey venía a inaugurar en 1986 una carretera y una estatua levantada allí por un escultor, Tony Gallardo, militante comunista que fue represaliado y tuvo que huir por unos años de su isla tiempo atrás.

Sentado allí dibujé la ciudad mucho más lejana, las rocas, el mirador, con Rafael dibujando, y dándole color aparecieron de nuevo los tres hidroaviones volando de nuevo hacia el incendio:

Reunidos después junto a la estatua (declarada Bien de Interés Cultural), la conversación giró en torno a lo que cada uno creía que representaba, de cómo y de qué materiales se hizo, qué sugiere y las intenciones del escultor, lo que daría para un más largo post.

El encuentro terminó con la caminata de vuelta hasta el Auditorio, la reunión alrededor de unas cervezas mostrando nuestras libretas y trabajos, y la tertulia sobre técnicas, métodos, materiales e intenciones de nuestros dibujos. Y con la despedida, quedamos para vernos en próximos encuentros.

La Casa del Cura – Caleta de Famara

Mañana, en la Caleta de Famara, Lanzarote hay convocada una concentración para recuperar la «Casa del Cura».

En este artículo, «Convocada una protesta en Caleta de Famara para salvar la casa modernista que se cae a pedazos» lo explican.

En la Caleta de Famara la llaman la «Casa del Cura» porque su propietario, D. Luis Ramírez, la cedió en 1950 a la iglesia. Yo ya hace más de 20 años la conocí abandonada, deshabitada y en proceso de deterioro año tras año.

Es una casa que he dibujado en Lanzarote casi cada verano, hasta que ya los últimos años, perdidos sus estucos y relieves, cada vez más desconchada y vieja, ni siquiera la he dibujado. Su aspecto actual es el que se ve en el cartel de la convocatoria.

Este artículo del Diario de Lanzarote, «Expediente de ruina para la casa modernista de Caleta de Famara», aunque es de 2016, explica bien algo de su historia y cómo ha llegado hasta hoy.

Y en este otro artículo anterior del mismo diario, «Operación ‘Salvar el hotelito’: la única casa modernista de Lanzarote se deteriora» ya avisaban de ello y contaron con mi permiso para reproducir un dibujo de la casa que hice aquel año:

Casa del Cura. Caleta de Famara, Lanzarote. 2015

Incluso, si hoy hacen una búsqueda de imágenes sobre «casa del cura caleta de famara» aparecerán muchos de los dibujos que hoy comparto aquí.

En el último encuentro del grupo Urban Sketchers Gran Canaria (USKGC) nos planteaba Ale, cofundador del grupo y autor del blog 1000000dedibujos, y con quien en cada encuentro, aparte de disfrutar de sus dibujos, surgen siempre temas interesantes que nos llevan a aprender o plantearnos cosas, nos planteaba, digo, la búsqueda de un «hilo conductor» a nuestros encuentros, más allá de la simple y diversa representación de la realidad a través de nuestros dibujos.

Ese tema del «hilo conductor» me ha tenido pensando estos días, y aunque seguramente me dará para más post, para mí el hilo conductor de mis dibujos es el transcurso del TIEMPO y el CAMBIO, la representación del cambiante entorno que al repasar los dibujos, como hacía en el post anterior con mis dibujos de la cumbre de Gran Canaria, nos muestra cómo ha ido cambiando la ciudad, la isla, lo cercano y lo lejano, pero también la atención y percepción de quien lo dibuja, que al fin y al cabo es quien elige el tema, el encuadre y la técnica de cada momento.

Así pasa con la «Casa del Cura», dibujada año tras año, con rotulador, con acuarelas, pluma, y que poco a poco ha ido cambiando ante mis ojos, despidiéndome cada vez de ella con el temor de qué encontraría allí a la siguiente. Dejo aquí una muestra de esos dibujos:

Y, cuando el tiempo o la destreza no acompañaban, la «Casa del Cura» fue objeto de aquellos experimentos fotográficos que yo he llamado «acuarelas digitales» (aunque ese post, cosas de Flickr, como otros de este blog, ya no tiene imágenes):