He comenzado una nueva etapa. Y como tal, requiere de cambios.
El primero cambio será de firma, @PVil en lugar de PVillarrubia. Ya en mi último viaje por Argentina comencé a usarlo. Más adelante mostraré mis dibujos de ese viaje. He tenido varias firmas, PLVM, PVillarrubia y ahora @PVil.
Más adelante habrán otros cambios: de técnicas, de temas, de intereses. Nunca es tarde para cambiar, aunque se empiece por una firma.
Y hoy y mañana, además, participaré en #elCUARTOdelasMARAVILLAS, una iniciativa de exposición y venta en el local de Studio37.
No sé si venderé algo, pero al menos será un repaso a lo realizado hasta ahora, y un punto de partida para lo que vendrá.
Entretanto, hoy creé una obra nueva, distinta a las que he hecho hasta ahora, tasada por mí en la disparatada cifra de 60.000 € y titulada «TRAGEDY». Aún se está secando. Y por si no se vende, ya me comí el plátano que le sirvió de modelo:
Iba a comenzar con el título «El Arte…» pero quizás el verbo sea lo más adecuado para lo que escribiré a continuación.
A comienzo de este año se puso de moda lo que llamaron el «Ten Years Challenge» (#10yearschallenge), que consiste en mostrar en las redes dos fotos, una de 2009 y otra de 2019, y creo que una foto de este tipo puede ser más clara de cómo ha cambiado, al menos para mí el arte en estos 10 años:
Más allá de mi cambio de peinado y de la barriga que oculto tras los cartones de huevos, la forma de apreciar mi arte ha cambiado: de recibir un premio y ver mi obra expuesta junto a otros ganadores, a recibir un correo donde me explican que un dibujo mío les ha gustado y han decidido ponerlo en la etiqueta de cartones de huevos.
De una sola obra, que estará en algún despacho u almacén, por la que recibí un dinero – del que se descontaron los impuestos – a miles de dibujos míos reproducidos por los que no recibiré nada, salvo ver mi firma en ellos.
Al año siguiente de ganar aquel premio, cuya historia conté por aquí, incluso me atreví a realizar una exposición en Teguise, que monté con gran ilusión con mi mujer y mis hijos aún pequeños:
De aquella exposición vendí dos únicas obras, a dos amigas, que aún hoy me recuerdan que las ven con alegría:
Al poco tiempo me di cuenta cómo habían cambiado las cosas. En un encuentro de Urban Sketchers, mientras dibujaba se me acercó un señor que me dijo: «Me gustan mucho tus dibujos…» se lo agradecí, y el continuó: «… me gustan tanto que me los bajé, los imprimí y los tengo enmarcados en mi casa». Me quedé parado, mudo, no supe qué contestar en aquel momento, y no lo he vuelto a ver. Aunque supongo que no será el único que haya hecho lo mismo.
Y luego han habido otros casos, algunas veces me entero y otras me avisan, como cuando en el Twitter de la Unesco en español publicaron un dibujo mío de Lorca recortado sin que apareciese ni mi firma ni mención alguna. Y cuando se lo hice saber, me contestaron con breves disculpas, pero el tuit, retuiteado por otros, como he podido comprobar hoy, y como aquel dinosaurio del cuento de Monterroso, aún sigue ahí:
Otro caso fue cuando una amiga me avisó que una editorial educativa había publicado uno de mis collages para ilustrar unos de sus libros de texto. Les escribí varias veces, como cuento en mi blog educativo en «Carta a una editorial», y finalmente me escribieron «…sentimos mucho el fallo y, por supuesto, en la próxima reimpresión del libro lo corregiremos». Dudo si ha habido reimpresión o corrección, pero aquellos libros quedaron con mi trabajo, y sin mi nombre.
Y en estos tiempos de Internet he participado en distintas iniciativas, por las que he recibido reconocimiento por aparecer mi nombre y nula remuneración, como carteles para las exposiciones «Avatares 2.0», la exposición «#TwitterArtExhibit» o el libro «Portrait Revolution», que tuve que comprar por Internet para ver mis tres trabajos publicados en papel y los dos retratos que me hicieron:
Otras experiencias, como la exposición «La Mar de Arte», donde contactan conmigo por Internet, les hago llegar la obra, la enmarcan, la exponen y tú no puedes verla, no se vende, y luego envías a alguien a buscar tus obras.
Lo último, o quizás lo penúltimo, ha sido ver un dibujo mío publicado aquí en 2011 en etiquetas de cartones de huevos. Cierto que podían haberlo usado sin yo enterarme, y por ello, y pese a todo, tengo que agradecer que contactaran conmigo para explicarme sus intenciones y yo pedirles que al menos figurase mi nombre en las etiquetas. Así que, seguramente, será este uno de mis dibujos más reproducidos, miles de veces, y como otros tantos, sólo recibiré de ello la satisfacción de que alguien visitase este blog y eligiese mi arte y de poder ver abajo a la izquierda mi firma, «PVillarrubia»:
Esta semana, recordando los 80 años de la muerte del poeta Antonio Machado, se recordaban aquellos versos que escribió:
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
«Helarte…»
Las cosas han cambiado en 10 años, es cierto, signo de los tiempos, como ha cambiado la rambla que pinté en 2009, hoy en obras, y a punto de ser convertida en vía de transporte público para lo que aquí llaman «Metroguagua», y que aún no sé muy bien cómo se llevará con aquellos árboles que pinté:
El Arte, sin hache, también ha cambiado en estos tiempos de Internet, es más cercano, amplio, lo podemos ver en la palma de nuestra mano, y parece para muchos que se paga, cuando se dignan a ese mínimo gesto, con el simple reconocimiento de su autoría, con una efímera fama o seguimiento, como si el ego fuese la única recompensa de los artistas, como si no se hubiese dedicado a crear Arte tiempo, medios, reflexión y formación.
Una firma, sólo mi firma, no es bastante.
Nota final: no quiero terminar este post así. Quiero agradecer a quienes premiaron aquel cuadro de 2009, a quienes compraron aquellas obras expuestas, a quienes se acercaron para observarlas, a quienes estando lejos me pidieron que se las enviase, a mis hermanos, que compraron las obras de «La Mar de Arte», a quienes me escriben para decirme lo mucho que les gusta, a quienes me encargan alguna obra y esperan, pues no siempre puedo cumplir sus peticiones, a quienes me siguen y me otorgan esa fama efímera que, sin ser suficiente, ayuda a caldear este helado clima artístico, a mi familia, claro, que tolera mis cambios, tiempos e inseguridades, y a todos quienes esperan de mí algo nuevo, bueno y creativo por animarme a crearlo. GRACIAS.
«Palabras al Vuelo» es el nombre del Festival del cuento contado de Lanzarote que ya va por su sexta edición. En este tiempo lo he llamado «palabras al viento», «palabras al cielo», «palabras al aire», «palabras al mar» y de muchas maneras más.
Por la cercanía geográfica y sentimental a Lanzarote y al mundo de los cuentos y la ilustración llevaba cinco años sintiendo curiosidad y envidia. Este año, por circunstancias que en otro post quizás sepa explicar, me pude acercar y aunque fueron apenas dos días, la experiencia, ayudado por la compañía de los urban sketchers (dibujantes urbanos ) de Lanzarote, mereció mucho la pena.
Ya visitar la isla de Lanzarote fuera del periodo de verano en que suelo visitarla merece mucho la pena. Pasear por Arrecife sin prisas y con tiempo fresco, donde sólo suelo acudir en julio o agosto a hacer compras bajo un calor sofocante y permaneciendo el menor tiempo posible, también.
El viaje comenzó con un mini curso de ilustración, «Relatos de acuarela» impartido por Karina Cocq, ilustradora chilena, en la Sala el Quirófano de Arrecife.
Cuatro horas no son muchas para un dibujante lento como yo. Aún así, poder observar su proceso de trabajo, sus cuadernos de ideas y dibujos, intentar seguir la dinámica de un cuento limitado a dos palabras y dos colores al azar me gustó.
Al día siguiente, por la mañana, un paseo matinal me descubrió Arrecife y Playa Honda como no las recordaba, y evidentemente, había que dibujarlas:
Y por la tarde, con mi amiga, anfitriona y dibujante Eva de Urioste visité la exposición de Karina Cocq en la Escuela Pancho Lasso de Arrecife. Resultó muy interesante ver sus ilustraciones terminadas y el proceso, por ejemplo del cartel de esta edición de Palabras al Vuelo.
A continuación, en Arrecife, si atardece, es un paseo casi obligatorio pasar por el Charco de San Ginés, que con suerte siempre nos regalará algo:
Y así llegamos a la Recova municipal de Arrecife, junto a la Iglesia de San Ginés. Allí asistí al espectáculo «Planeta Cuento», Acompañado de Eva y de un numeroso grupo de dibujantes del grupo Urban Sketchers de Lanzarote. No conocía el sitio ni había asistido nunca a un espectáculo de tan numerosos y variados cuentacuentos en orígenes y estilos, y además la organización, encabezada por Cristina Temprano, también dibujante, nos reservaba allí un lugar de honor, muy cerca del escenario.
El relato de lo sucedido allí lo cuentan en el mismo blog de Palabras al vuelo con el título «¡Arriba las palabras!».
«Arriba las palabras, … abajo los dibujantes» comenté yo en Facebook, porque abajo estuvimos, pluma y libreta en mano, intentando captar, cada uno a nuestro estilo, luchando con las luces y la oscuridad, las palabras y las ideas, las líneas y colores, aquellas historias que nos iban contando aquella noche.
El resumen gráfico de lo sucedido bien podría ser el dibujo mío que encabeza este post, aunque hasta cinco dibujos fui capaz de hacer aquella noche de viernes.
Pero igualmente cualquiera de los dibujos de quienes me acompañaron aquella noche dibujando serviría para reflejar la chispa de aquellas palabras que volaron por el escenario:
Lanzarote me despidió al día siguiente con un luminoso día y una excursión a las Salinas del Janubio que no pude dejar de dibujar, y que bien podrían ser objeto de otros miles de cuentos aún por contar.
Y volver sobrevolando la hilera de volcanes como palabras de lava fue un premio añadido a un viaje corto, pero muy valioso. Gracias, Eva. Gracias, Lanzarote.
Un mensaje ayer me hizo revivir los dibujos que hice en mi cuaderno de la exposición de Chagall en Madrid en 2012, o mejor dicho, exposiciones, pues en realidad fueron dos, una en el Museo Thyssen-Bornemisza y otra en la Fundación Caja Madrid.
Hice cuatro dibujos de cada una de ellas, ocho en total, distintos aspectos de las dos exposiciones. Comencé usando sólo una pluma de tinta negra sobre un pequeño cuadernillo de acuarela, luego mojé la tinta con pincel de agua, dando las sombras, pero pensé que Chagall era sobre todo color y que debía indicarlo de algún modo. Con pequeños toques de acuarela fui destacando los cuadros.
La primera es la que he querido revisar hoy, la el Museo Thyssen-Bornemisza, donde había más gente o quizás menos espacio libro, la gente, como en otros museos, caminaba en un circuito que a veces me hacía difícil ver, y por supuesto dibujar, pero la curiosidad de niños y mayores hacia lo que yo hacía me animó y conseguí plasmar aquel ambiente de algún modo:
Cada persona o grupo mira un cuadro. Eso aún es más evidente en el último dibujo: las niñas miran el del «ojo verde», el hombre de la mochila mira el del «caballo rojo». La técnica usada se puede apreciar aún más en los detalles:
Un último aspecto que quise hacer hoy fue lo que yo dibujé aquel día y los cuadros expuestos. Aquí se puede apreciar la mayor o menor referencia a ellos:
Si tienen curiosidad por ver qué cuadros aparecían en aquella exposición, aún está disponible un catálogo de ellos en la internet: Listado de obras de Chagall.
Y nada más. A veces revisar antiguos dibujos nos hace revivir lo que vivimos y decubrir aspectos nuevos.
Es para mí una exposición especial, en Jaén, la ciudad donde nací, y de donde salí con 14 años.
Y para ella diseñé una obra fotográfica con el mismo título, «Recuerdo», también muy especial para mí, porque está elaborada con la fotografía de los recuerdos de Jaén que me han acompañado todos estos años, primero en Granada, y después, estos últimos 30 años en Canarias.
Fotos de bebé, notas y diplomas escolares, mis primeras fotos de carnet, notas manuscritas y cartas, todas ellas recorridas por la palabra «recuerdo»… mezcladas, lejanas y al mismo tiempo muy próximas a mí:
El pasado 1 de marzo visité la exposición «Sorolla, el color del mar», en el San Martín, Centro de Cultura Contemporánea de Las Palmas de Gran Canaria.
Llegué allí con mi mochila, mis lápices, plumas y acuarelas. Enseguida hube de dejar mi mochila en consigna, pero llevé algunas plumas, mis libretas y acuarelas de bolsillo y entré en la exposición.
No es muy grande, apenas una sala alargada con dos estancias, pocas obras, pero sí que es un gozo verlas, como lo fue para mí visitar su casa museo en Madrid.
Obras del mar y sobre el mar, grandes y pequeñas, oscuras y luminosas, cambiantes como el mismo cielo y el agua.
No sé si Sorolla estuvo alguna vez aquí, seguramente no, pero no dudo que le hubiesen gustado los distintos mares que tenemos en Canarias, luminosos, brillantes, pero también violentos y diversos.
Y es que hay algo que me gusta de las exposiciones de Sorolla y que ya aprecié en Madrid y también aquí: la generosidad. ¿Y qué es la generosidad para mí? la facilidad con que sus obras nos las muestra, nos las ofrece, nos las deja admirar y disfrutar, casi como si lo tuviésemos al lado. Sorolla cedió generosamente su obra y su casa, y su familia respetó su legado, y no las esconde, no las dificulta, no las pone en un altar ni las aleja de la gente. Así sus obras siguen vivas para mí, y cuando las contemplo parece que el mismo pintor me acompañe y aconseje.
Y así estuve yo, entre encantado y cautivado, mucho tiempo, mirando las olas, las pinceladas, las fechas, los datos, y pasado un rato decidí atreverme a copiar al maestro.
Entre el asombro de asistentes, de los niños más que de los mayores, de los vigilantes de la exposición, durante más de una hora estuve dibujando y pintando pequeñas versiones de las obras que me llamaban la atención, intentando con mayor o menor fortuna capturar el aire o el color o la composición, y las resumo aquí tal y como aparecen en mi album de Flickr «Sorolla. Exposición en Las Palmas de Gran Canaria»:
Y si desean ver mis seis «sketches» o apuntes más detallados, por orden de realización, resumiendo mi visita, y aún no descarto volver, aquí están:
El próximo viernes, 2 de agosto, se inaugura en Málaga, en la Galería Javier Román, la exposición «La Mar de Arte», donde se expondrán cuatro acuarelas mías, «Niños jugando», «En las olas», «La Graciosa tras las olas» y «limpiando pescado».
Mi primera exposición, «Lánzate», en Teguise, Lanzarote, fue algo familiar: entre mi mujer, mis hijos y yo llevamos las acuarelas, las colgamos en la pared de la pizzería de una amiga, y repartimos información de puerta en puerta. Fue en diciembre de 2011.
Esta es diferente. Es una colectiva y la galería se puso en contacto conmigo. Lo primero fue preguntarles «¿es a mí?» me dijeron que sí, que habían visto mi obra en Internet y que les había gustado.
«La Mar de Arte» me gustó como título. Muchas de mis acuarelas y dibujos, pese a ser yo de Jaén, han nacido cerca del mar y en estas islas canarias, como mis hijos.
La primera acuarela que me vino a la cabeza fue una que ya tenía pintada, «Niños jugando». Representa a unos niños, entre ellos mis dos hijos, jugando en unos charcos de la Playa de las Canteras:
Lo que vino después fue ponerme
a pintar las 3 acuarelas restantes, eligiendo la cercanía del mar como referencia.
Cómo llegaron las cuatro acuarelas a Málaga, pasando por Barcelona, Valencia y Granada, es otra historia que espero saber contar más adelante.
El viernes se inaugurará esta exposición colectiva. Yo no podré estar. Es una galería pequeña, pero muy digna, cerca del Teatro Cervantes de Málaga. Quizás alguno de mis dos hermanos que viven allí pueda acercarse y contarme cómo vio mis acuarelas allí expuestas. No sé si gustarán ni si se venderán.
Aún así, sin saberlo aún, creo que esta pequeña aventura y reto ha merecido la pena.
Coincidió con el Carnaval de Las Palmas dedicado al cómic y quizás por eso tuvo un impulso importante y hubo de todo: exposiciones, charlas, talleres y hasta un homenaje al fanzine canario del que yo mismo me sentí parte hace muchos años.
En cambio, este Gran Canaria ComicFest 2013 ha sido para mí una pena. Así he titulado mi cómic. Lo primero por la fecha: finales de junio. Luego, o quizás por ello, la poca participación, y finalmente, la discutible calidad de lo que he visto. Pero no me voy a extender más. Lo bueno de estas fechas, al menos para mí, es que me ha dado tiempo para hacer una crónica distinta e ilustrada, como debe ser: en cómic e ilustración. Quizás el guión no sea muy bueno, pero esta es mi visión, y como tal, subjetiva y parcial. Otras personas lo habrán visto de otra manera.